Tras la tormenta con la que la ciudad le dio la bienvenida al 2010, recorrer sus principales accesos fue una verdadera odisea.

Las calles Fray Luis Beltrán, Los Granados - por donde circulan las líneas 541 y 581- Gandhi - recorrida por el 563 - y Scaglia, que es la calle de ingreso a la villa deportiva del Club Atlético Independiente, lucen baches de todos los tamaños y veredas llenas de agua, basura y animales sueltos.

Comenzando por Los Granados, de paso obligado por estar ubicada en medio de dos campos, se puede descubrir que el tiempo siempre hace su parte: en el sector que va desde San Francisco de Asís a Scaglia, el asfaltado, realizado hace muchos años, se resintió pese a que fue reciclado en el mismo momento en el que se concretaron obras sobre la Av. Juan B. Justo.

Algunos vecinos de la zona se atreven a decir que este segmento, rodeado de pastizales, sin luz y con basura, es sencillamente “una extensión de la luna” por la cantidad de “cráteres” que, aunque pequeños, se ven profundos e infinitamente multiplicados uno al lado de otro.

Para ese espacio no hay diferencias entre peatones, automovilistas o pasajeros de las líneas de colectivos: todos sufren el paso por allí.

Si continuamos con el hipotético paseo, podríamos encontrarnos con Scaglia. Esta arteria puede ser dividida en unos tres sectores. Desde el ingreso por ruta 11 hasta el fondo del Club Hípico, el asfalto es perfecto. Sin embargo, una vez traspasado ese límite, comienzan los pozos y una esquina muy particular que se conoce con distintas denominaciones entre quienes frecuentan el lugar. El pozo, la laguna o el charco, como se prefiera, está ubicado justo en la intersección con Las Maravillas, punto desde el cual se percibe un asfalto viejo y picado. Desde allí y hasta la entrada al predio “rojo”, atravesamos un tramo íntegramente cubierto de granza, que sufre problemas con cada lluvia intensa.

Uno de los últimos lugares para visitar es el que propone la calle Gandhi, la misma que días atrás estaba cuidadosamente decorada con una gran “cuneta” de vereda a vereda, en el cruce con La Aurora.

Aparentemente esa dificultad había sido resuelta, pero en realidad el meteoro del viernes pasado se ocupó de desnudar que la falencia aún sigue vigente: el gran pozo volvió mágicamente para obligar a los automovilistas a frenar de forma repentina si es que no quieren perder alguna parte de su vehículo.

Estos arreglos superficiales sólo intentan conformar a los habitantes de la zona, pero la aplicación de una solución de fondo se vuelve cada vez más necesaria.

Incluso, algunos denuncian visiblemente enojados que “rellenan los pocitos uno a uno con parte del material que sobra de los trabajos que se hacen en el centro de la ciudad”. “Deben pensar que tratan con moldes de gelatina”, ironizan ofuscados.

Es cierto. Estos barrios están alejados del núcleo donde parece que todo sucede. Pero no es menos cierto que forman parte de la misma ciudad que ofrece como carta de presentación playas, sierras, parques y lagunas.

Así que ya sabe: si se cumplen los pronósticos y el verano viene cargado de agua, dése una vuelta y conozca los atractivos que el norte tiene para usted: la luna de Granados, la laguna a metros de la costa y el río de la calle Gandhi...