Por Rodolfo "Manino" Iriart
Legislador provincial
La Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad de Estado (Ceamse) ha revelado que Mar del Plata produce residuos equivalentes a un millón de habitantes, es decir, que se están generando un promedio de 1300 toneladas por día en la media anual.
Si bien la firma del decreto municipal sobre los plásticos de un solo uso derivado del pedido de Greenpeace, significó un paso importante a favor del medioambiente en la lucha contra la contaminación, la problemática respecto a los residuos sólidos urbanos continúa latente, obligándonos a repensar con urgencia las políticas públicas que delimitan dicha situación.
El predio de disposición final juega un rol fundamental en la gestión de residuos, sin embargo, no es el único elemento de importancia del proceso. La gestión de residuos sólidos urbanos comprende desde la generación hasta la eliminación o recuperación de la basura.
Daniel Figueroa, presidente de la Cooperativa CURA -encargada de la separación de residuos en la planta de reciclado- ha expresado con preocupación, que ha disminuido notablemente la cantidad de bolsas verdes en la ciudad. La Encuesta de Percepción Ciudadana 2018 también ha revelado dicho descenso. Cerca del 49% de los encuestados dicen separar los residuos, es decir, un 12,7% menos que el año 2015, mientras que aquellos que no separan aumentaron un 4,4%.
Como explica ONU Hábitat, la mala recolección y eliminación de los desechos sólidos municipales provocan inundaciones, contaminación del agua, ambientes idóneos para la transmisión de enfermedades, y en nuestro caso también condiciones insalubres para los trabajadores.
Entre todos los materiales que se desechan, el plástico resulta especialmente difícil para gestionar. La mayor parte de las cosas están compuestas de él, su degradación es muy lenta y resulta notablemente dañino para el ambiente.
El 80% de los desechos arrojados a los mares están compuestos por plástico, representando 8 millones de toneladas cada año, afectando a los ecosistemas y a las poblaciones.
Para lograr revertir estas circunstancias, la gestión eficaz de los residuos es esencial, pero al igual que muchas otras soluciones, el costo se convierte en un gran obstáculo. Para algunas ciudades de tamaño mediano puede suponer un 50% del presupuesto total del municipio. En Mar del Plata, por ejemplo, la recolección de residuos es objeto del contrato más oneroso del municipio.
Existen muchas iniciativas para luchar contra el plástico, sin embargo, una de las estrategias más útiles y económicas, que no depende exclusivamente del Estado, es la minimización de residuos a través de las tres R: “Reducir, reutilizar y reciclar”. Más del 60% de la basura que desechamos podría ser reciclada. Además, el reciclaje, la reutilización y el compostaje crea hasta 10 veces más puestos de trabajo que los vertederos e incineradoras.
Una de las propuestas más importantes para la reducción, es la que corresponde al uso de bolsas de polietileno, comúnmente usada en supermercados, almacenes y demás negocios. Si bien en los últimos tiempos se han empezado a utilizar las bolsas oxo-degradables, estas solo reducen el impacto ambiental si son correctamente tratadas en los puntos de disposición final.
A diferencia de muchas ciudades, Mar del Plata cuenta con una planta de recuperación de residuos propia, pero que aún no se aprovecha lo suficiente. El porcentaje de recuperación era muy limitado en 2015 y el panorama no ha mejorado desde entonces.
Debemos agregar que la era digital y de las comunicaciones en la que vivimos, nos obliga a pensar también en lo que debemos hacer con los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEEs), cuyo tratamiento inadecuado genera grandes daños al ambiente y a la salud. Este tipo de basura está compuesta por todos aquellos aparatos electrónicos que usamos día a día y que son descartados por haber dejado de funcionar, o por ser superados por otros de mayor tecnología.
¿Qué debemos hacer con los aparatos electrónicos a los que ya no podemos dar uso? ¿La ciudad tiene maneras de disponer de estos residuos de forma sostenible y con bajo impacto ambiental?
Lamentablemente estas preguntas nos llevan a respuestas poco satisfactorias.
La ley provincial 14.321 prevé un marco normativo para el tratamiento de estos residuos y establece la articulación con el municipio, a través de acciones como el establecimiento de puntos de recolección, o la realización de campañas para instruir a los vecinos sobre la temática, pero la aplicación de tal ley en el ámbito local es muy reducida e insatisfactoria.
Para lograr resultados productivos resulta indispensable tener una mirada transversal de la cuestión, involucrando a todos los actores sociales, en especial las oficinas estatales -en todas sus formas y niveles-, trabajando fuertemente en la concientización.
Las personas deben aprender sobre la necesidad de modificar actitudes, prácticas y metodologías de consumo. Deben recuperar la confianza en que sus esfuerzos darán resultados positivos, y cuál es la importancia de cumplir o de no hacerlo, cuál es la relevancia de evitar la proliferación innecesaria de materiales de alto impacto ambiental, y cómo puede evitarse o combatirse.
En tal sentido, aquellas políticas que hayan ayudado al desarrollo de la separación de residuos deben volver a promoverse. Si alguna no ha dado los resultados esperados, debemos plantear nuevas estrategias, aprovechando los aciertos y desaciertos anteriores.
Promover la separación domiciliaria es un gran paso para el cuidado del ambiente, el desarrollo económico local y la dignificación de los puestos de trabajo del sector.
La gestión de residuos urbanos es uno de los mayores desafíos que tienen las ciudades del mundo. Sin embargo, trabajar por la eficiencia de dicha administración es trabajar para convertir a Mar del Plata en una ciudad sostenible.
Aclaración: La opinión vertida en este espacio no siempre coincide con el pensamiento de la Dirección General.