Por Roberto Latino Rodríguez
Periodista
Desbordes en la calle Güemes
Estar a la altura de las circunstancias y la investidura no es desentenderse de haber faltado a la responsabilidad de disponer los controles estrictos, que se presupone debieran haberse previsto en los protocolos de la prueba piloto, que se realizó el pasado fin de semana, en distintos comercios de la ciudad.
Tampoco implica el facilismo de endilgar desbordes que pudieron evitarse a un grupúsculo de “inadaptados”. Con la misma ligereza se podría también señalar como "irresponsable e incompetente" a quien debió haber previsto estas situaciones que son materia de lógica elemental.
No basta con decir a destiempo que "no está conforme con lo que sucedió en Güemes" y “por eso hemos tomado una serie de medidas que tiene que ver con el que estaba comiendo helado y paseando sin el barbijo. Por lo tanto, a partir de ahora, lo que vamos a determinar es que no se puede consumir lo que uno compra en la calle, porque se saca el barbijo y falta a la solidaridad”.
¿Acaso el señor intendente no debió haber dispuesto en dicho protocolo los controles pertinentes a una prueba piloto para evitar comensales en la vía pública? A confesión de parte relevo de pruebas. Sí los “inadaptados faltaron a la solidaridad” hubo previamente una imprevisión de la cual debió hacerse cargo en solidaridad con su investidura en lugar de levantar el dedo acusador.
Al parecer el domingo por la tarde, mientras los “inadaptados” degustaban en la vía pública, el señor alcalde “planchaba la oreja en la almohada” y, seducido por la flauta de Morfeo, cumplió con el rito de la siesta. Esperemos que de ahora en adelante, previo a llevar a cabo una nueva experiencia piloto, se acuerde de revisar puntillosamente los protocolos, pues pasar por alto cuestiones tan elementales a la postre pueden facturar un alto precio sanitario.
Aclaración: La opinión vertida en este espacio no siempre coincide con el pensamiento de la Dirección General.