Lo dijo ayer, en un encuentro a solas con el diario “El Atlántico” en su casa. Así, dejó formalmente planteado su llamado al consenso para la designación de un candidato a intendente de cara a las elecciones de octubre. Sobre el ofrecimiento que le hicieron para aspirar otra vez al cargo, sostuvo que por ahora no responderá que sí ni que no.
Tiene reservado un lugar privilegiado en los libros de historia de la ciudad. Pero Angel Roig, el primer intendente de Mar del Plata desde la reapertura democrática, no se conforma con eso. Ahora, en momentos en que su partido, la UCR, está dividido en innumerables fracciones, busca ser prenda de unidad. Y no descarta ser otra vez candidato a intendente, como en los viejos tiempos.
Ayer, Roig recibió a El Atlántico en la casa en que vive junto a su esposa. El objetivo: hablar de la realidad del radicalismo vernáculo. A los 77 años, su voz es suave y sus gestos moderados. Pero una pila de diarios arrumbados en una mesita de su comedor demuestra que sigue interesado en los acontecimientos locales y nacionales como cuando gobernaba la ciudad. La cinta del casete empieza a rodar.
-Acaba de difundir un comunicado (ver “Su mensaje”) en el que llama a la unidad de la UCR local. ¿Por qué este llamado?
-Teniendo una trayectoria dilatada en el partido, con cargos de responsabilidad, sentí la imperiosa necesidad de tomar al momento actual como crucial para la UCR y los demás partidos políticos. He querido decirle al seno del radicalismo que no son más importantes las líneas internas que el partido. Y que, por otra parte, hay que preservar al partido para que tenga continuidad en la Comuna. Debemos dar el mensaje de que no desgastamos, no nos herimos, no hacemos ninguna lucha interna salvaje, sino que estamos dispuestos a coincidir en un programa, en una lista, en un candidato a intendente.
-De sus palabras surge que su intención es evitar una interna partidaria y que haya un solo candidato de la UCR.
-Exacto. Ese es el propósito. Y, en este sentido, me siento con valores suficientes como para hacer un llamado sin ningún tipo de especulación.
-El sector del radicalismo al que usted pertenece, Línea Buenos Aires, le ha solicitado que sea el candidato a intendente. ¿Aceptaría un desafío de esa naturaleza?
-En una asamblea no convocada a efectos de elegir candidatos, surgió espontáneamente este ofrecimiento. En esa oportunidad, dije que no contestaba que sí ni que no, y sigo adoptando la misma actitud porque me parece que lo fundamental es luchar por la unidad. Más en momentos en que hemos dejado en los planos nacionales y provinciales la consulta al afiliado para marcar otra cosa bastante reñida con el ejemplo que siempre ha dado el radicalismo de la consulta popular.
-Desde el momento en que surgió su nombre como posible candidato a intendente ha mantenido reuniones y conversaciones con distintos referentes y líneas internas. ¿Cómo han sido?
-Fueron varias reuniones, pero no pueden ser muchas más porque la oficialización de las listas es el 3 de agosto.
-¿A esos interlocutores los vio convencidos de aceptar su mensaje de unidad?
-En general sí. Mayoritariamente. Lo que pasa es que después vienen los temas urticantes, las candidaturas. Creo que en un par de días se debe concretar alguna reunión casi definitiva para desechar o tomar la unidad como bandera.
-En este panorama, el intendente ha optado por apoyar a Kirchner junto a los denominados radicales K. ¿Cómo percibe ese pronunciado acercamiento del intendente al gobierno nacional?
-Confuso. No sé si hay una confirmación. El intendente está de viaje en este momento. Cuando llegue, seguramente se habrán oficializado las listas de la Unión Cívica Radical. No han aparecido en el último tiempo declaraciones públicas suyas sobre posibles candidaturas a vicegobernador u otros cargos. Yo tengo la obligación de creer cuando dice que no está para aceptar ningún cargo porque se encuentra cansado y quisiera tener un período de descanso.
-La última: ¿se ve después de casi 20 años otra vez sentado en el sillón principal de la Municipalidad?
-Me veo con más experiencia. Cuando llegamos en el ’83 al gobierno, los militares prácticamente no nos habían dejado hacer un ejercicio pleno de la democracia. Por eso, no conocíamos la administración desde adentro. Ahora, eso ya no ocurre: al haber tenido tantos gobiernos desde ese momento en adelante, estamos en condiciones de formar un buen equipo de gobierno.
Fuente: Diario El Atlántico