Más allá del afecto personal que me une al Dr. Ricardo Alfonsín deseo expresar una respuesta a las declaraciones que, junto a Luis Brandoni, brindaron en el marco de un acto de campaña en nuestra ciudad.

Lamentablemente algunos dirigentes de la U.C.R. se consideran los dueños del “radicalómetro” y pretenden decidir quién es radical y quién no, cuando la realidad indica que la verdadera discusión pasa por la cuestión ideológica.

Es sabido que el radicalismo vive un momento de “atomización” producto, en primer lugar, de la incapacidad de sus dirigentes, que cada vez se encuentran más alejados del reconocimiento popular.

En efecto, los máximos responsables de la dispersión son, sin lugar a dudas, los hombres y mujeres que en los últimos años han conducido la “estructura” de la U.C.R., celebrando acuerdos internos que les permiten conducir hacia adentro una “cáscara vacía”, pero que carecen absolutamente de consenso social.

La verdadera discusión es puramente ideológica y no somos precisamente los radicales que acompañamos y adherimos a las políticas implementadas desde el gobierno por el presidente Néstor Kirchner quienes debemos dar explicaciones, sino que deben brindarlas aquellos que, para conservar sus eternos espacios de poder, se alinean con personajes que nada tienen que ver con la historia y la ideología del radicalismo.

Reivindico el gobierno del presidente Kirchner desde su política de crecimiento con inclusión social, desde su política de derechos humanos, desde su política de respeto absoluto por la autonomía universitaria, desde su política de terminar con los condicionamientos externos, desde su política de construcción de un frente plural.

El radicalismo fue, es y será un Partido frentista en el marco de la construcción de un verdadero movimiento nacional, y, al igual que el Dr. Raúl Alfonsín en 1983, fue el presidente Kirchner el que abrió el serio, racional y coherente debate que permite hoy concluir en el armado de un Frente donde convivimos de manera democrática personas provenientes de distintos sectores políticos nacionales.

En algún momento, dentro del radicalismo, compartí el espacio político que entonces representaba el Dr. Ricardo Alfonsín. Dicho espacio nació para confrontar en el marco de la democracia interna contra los mismos dirigentes que hoy son “socios” del Dr. Ricardo Alfonsín y para disputar el poder en la provincia de Buenos Aires contra los mismos dirigentes del peronismo que hoy son “aliados” del Dr. Ricardo Alfonsín.

Lo que la gente castiga es la falta de coherencia ideológica y la verdad que, sin ningún tipo de dudas, podemos afirmar que la política llevada adelante por el presidente Néstor Kirchner no genera ninguna contradicción con el pensamiento político del radicalismo, sino que comulga plenamente con el mismo.

Si la U.C.R. es entendida como una estructura formal, sin debate interno y lejos de la gente, resulta coherente el acompañamiento a la candidatura de Roberto Lavagna. Si por el contrario entendemos al radicalismo como una ideología, deviene un ejercicio de coherencia política y el apoyo y acompañamiento al gobierno del Dr. Kirchner.

Lamentablemente los órganos partidarios decidieron evitar la convocatoria a elecciones internas donde se podrían haber confrontado, a la luz del día, las diferentes posiciones que hoy sostienen hombres y mujeres radicales.

No fueron los afiliados radicales los que eligieron a Lavagna como candidato a Presidente, ni a Ricardo Alfonsín como candidato a Gobernador, ni a Eduardo Caamaño como candidato a Diputado, ni al “eterno” Federico Storani como candidato seguramente a algo.

Los métodos de selección (no de elección) fueron de unos pocos decidiendo en nombre de muchos y ello va en contra del pensamiento radical.

Coincido con Ricardo Alfonsín en que será la sociedad argentina la que en definitiva decidirá quien actuó con coherencia y la que “penalizará” a los incoherentes.

“Sin la conciencia de la unión nacional, será imposible la consolidación de la democracia; sin solidaridad la democracia perderá sus verdaderos contenidos. Esta llama debe prender en el corazón de cada ciudadano, que debe sentirse llamado antes a los actos de amor que al ejercicio de los resentimientos” (Raúl Alfonsín – Democracia y Consenso – pag. 79 – 1996).

Aclaración: la opinión de los columnistas no siempre coincide con el pensamiento de la Dirección General.