El viejo dicho popular que aconseja prudencia desde tiempo inmemoriales parece haber influido en el cambio de conducta del intendente de General Pueyrredón, Arquitecto Daniel Katz, haciéndole recordar que siempre está la oportunidad de retroceder o cambiar de opinión o bando, como él mismo practica en la política, cuando se atisba la posibilidad de quedar empantanado en un compromiso con riesgo de sus intereses económicos.
Esta posibilidad que surgió ni bien se conocieron sus declaraciones públicas sobre las causales del incremento del delito en la ciudad, deslizando su sospecha de la posibilidad de existencia de“zonas liberadas”, para la perpetración de delitos, involucrando tácitamente a la complicidad policial, causó inmediato malestar entre los camaradas de la fuerza policial local, especialmente jefes de comisarías (o estaciones), varios de los cuales requirieron de los servicios del asesor legal de APROPOBA para iniciar inmediatamente la acción judicial correspondiente, solicitando en primer lugar se investigara penalmente una denuncia pública y posteriores reclamos por el daño ocasionado.
Pero como nos tienen acostumbrados muchos de nuestros políticos, el cambio de opinión, “panquequeada”, o “borocoteada”, no tardó en manifestarse ante el peligro de las acometidas judiciales y habiendo advertido o sido avisado de la gruesa metida de pata, muy pocas horas más tarde, en nuevas declaraciones, elípticamente dejó aclarado que “no había querido decir lo que había dicho”.
Bienvenida la posibilidad de que los políticos ya no pueden (es decir no deben), insultar, acusar o agraviar gratuitamente a cualquiera en la búsqueda de una posición que los haga quedar bien con Dios y con el Diablo.
Afortunadamente hemos llegado a una situación en que el personal policial, siempre buscado como víctima fácil en quién descargar responsabilidades, muchas veces propias, como en este caso por haber aceptado sin levantar un dedo, la destrucción de la institución policial provincial y todo el sistema de seguridad, no deje pasar el insulto y recurra inmediatamente a la justicia
Solamente cuando los imprudentes adviertan que una lengua demasiado suelta podría acarrearle perjuicios económicos por la reparación del daño ocasionado, serán mas prudente en sus declaraciones y en el colmo de la felicidad para los ciudadanos, en la administración de los recursos públicos para los cuales también los trabajadores policiales aportan y tienen derecho a conocer sus destinos.
Miguel Ángel Reynoso
Secretario General APROPOBA
(Asociación Profesional de Policías de la Provincia de Buenos Aires)
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(La opinión de los columnistas no siempre coincide con el pensamiento de la Dirección General).