El 2007 será un año para recordar en lo que respecta a falta de políticas de estado en materia de ganadería. La faena de carne vacuna a nivel nacional se incrementó en un 21,1% interanual en el primer cuatrimestre de 2007, explicada fundamentalmente por el crecimiento de la faena total de hembras que se registró en un 40,3%, en especial terneras.
Las estadísticas oficiales confirmaron que el proceso de liquidación de vientres se profundizó durante el mes de abril de 2007, con una participación de las hembras en la faena total de 46,5%, siendo el segundo registro más alto para el mes en cuestión desde 1990, el récord sigue correspondiendo al mes de abril de 1996 con un 49,5% del total, solamente una diferencia mayor de tres puntos porcentuales con respecto a abril de 2007.
Lo alarmante de estos números estadísticos es la falta de políticas de estado a la producción ganadera en los últimos 30 años. Hoy Argentina posee 58 millones anuales de cabezas vacunas, en 1977 esa cifra era de 61 millones. A tres décadas en vez de evolucionar se ha retrocedido en 3 millones de cabezas de vacunos, un 4,9% menos de ganado bovino que en 1977. Y el ganado ovino cayó abruptamente a niveles desconocidos para Argentina, ya que tomando el mismo año de referencia de la hacienda vacuna, 1977, el país poseía 35 millones anuales de cabezas ovinas. Hoy, solamente se registran 16 millones anuales. Se retrocedió en 19 millones anuales de cabezas ovinas, un 54,3% de ganado ovejero perdido.
Pero retomando el estado de la ganadería bovina, se puede afirmar que en los años 1997 y 2001 se registró el menor número de cabezas anuales, correspondiendo a 1997 un total de 50 millones y a 2001 un total de 49 millones. No cabe duda que actualmente se necesita estar en un mínimo de 70 millones anuales de cabezas bovinas, y solamente Argentina posee 58 millones. Faltan 12 millones de cabezas vacunas, lo que arroja un incremento del 17,1% respecto a los números actuales.
Desde la crisis del año 2001 y la recuperación a partir de 2002, el sector rural se inclinó masivamente a la agricultura, en especial al cultivo de soja. ¿Pero es la culpa totalmente de los ruralistas haber dejado la producción ganadera y optar por la producción agrícola? No, no es todo culpa del ruralista. Influyen, en gran medida, la falta de políticas de estado de previsibilidad y fortalecimiento del sector ganadero que fueron totalmente nulas en estos 30 años en el país. Por ende, a raíz del precio récord de la soja los ruralistas se inclinaron a esta producción, y poco a poco fueron desplazando de su campo la producción vacuna.
Con los precios internacionales altos de la soja, ésta desplazó a la hacienda vacuna. Pero para amortiguar el pase de producción hubiese sido inteligente implementar políticas de estado que retengan el valor de la producción bovina. Pero esto no sucedió, se dejó librado el pase en su momento y cuando se lo quiso revertir ya era tarde, y se efectuó con políticas retencionistas a la agricultura y sin ofrecer políticas beneficiables a la ganadería para recuperar su stock.
Y en el interior al agro se le acaba la paciencia
El proyecto del Presupuesto Nacional 2008 que presentó el ministro de Economía de la Nación, Miguel Peirano, en el Congreso de la Nación tiene una perlita que puso en alerta al sector agropecuario: la recaudación por retenciones aumentará en 4.000 millones de pesos.
Sería inminente un aumento de los derechos de exportación de los granos y sus derivados directos, debido a que no se puede esperar demasiado de otros rubros, como la producción de petróleo que está estancada, la del gas que va en disminución, y la de carnes y lácteos que padecen los pisotones del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno.
En el Gobierno y en la oposición se coincide en un punto básico. Ni bien se conozcan los resultados de las elecciones presidenciales del 28 de octubre, si gana el kirchnerismo, le aumentarán un 20% las retenciones a la soja. El precio de la oleaginosa ha venido subiendo en las últimas semanas, está arrancando una gran siembra y para el oficialismo parece ser una “cajita feliz”.
En 2006 la ex ministra de Economía de la Nación, Felisa Miceli, le aplicó una suba del 4% más a las retenciones de la soja, pasando del 23,5% al 27,5%. Una verdadero abuso, ya que el impuesto a las ganancias sigue siendo del 35%, claro que si las retenciones fueran la forma de cobrar el impuesto a las ganancias se puede llegar a aceptar un nivel del 20%, pero el 27,5% presume que la soja es simplemente un producto de recolección que nadie sembró, y por lo tanto no tiene costos.
Para el próximo año el oficialismo subirá un 20% las retenciones a la soja y el nivel llegará al 47,5%. En estas condiciones, al agro se le acabará la paciencia. La alarma ya está instalada. No se va a digerir, como sucedió en 2002, cuando todo el mundo puso el hombro y además el dólar de tres pesos daba para ceder algo de rentabilidad. Al campo le dolió la discriminación, porque sólo se gravaron los productos agroindustriales. Pero las aceptó como remedio pasajero, reconociendo el riesgo de la suba exagerada del dólar, que pronto se disipó.
Si lo que ahora propone el ministro Peirano (obviamente dirijido por el presidente de la Nación, Néstor Kirchner, y la candidata presidencial del oficialismo, la senadora nacional Cristina Fernández de Kirchner) con su proyeto de Presupuesto Nacional 2008 es fruto de un cálculo basado en la mayor producción esperada y en los mejores precios que se pronostican para el próximo año, no deja de ser un abuso. Y el agro ya no tolera más “manoseo” indiscriminado, en tanto que el sector ganadero y lácteo son dos flancos directos del gobierno que reciben
munición gruesa permanentemente.
Daniel Otero Urrutia
(La opinión de los columnistas no siempre coincide con el pensamiento de la Dirección General).