Por Miguel Angel Reynoso*
Es verdad que después de la penosa gestión del Ministro Arslanián en materia de seguridad en la provincia de Buenos Aires prácticamente nada de lo que pudiera venir podría ser peor; de allí que en el cambio de autoridades provinciales se centre la esperanza de que una innegable necesidad de desviar o por lo menos detener la descontrolada marcha de la institución policial hacia un abismo sin fondo, pudiera llegar a concretarse, en beneficio de la institución, del propio Estado bonaerense y, por supuesto, por encima de todas las cosas, de la población de la provincia.
Cierto también es que la preocupación de la anterior administración de prolongar los daños mas allá de su gestión, construyendo un andamiaje legal que amparara en el tiempo los desatinos puestos en marcha, significaba a ojos vistas las dificultades que se deberían afrontar a futuro en el caso de que se pretendiera reencausar el sistema de seguridad provincial con intensiones serias y beneficiosas.
No obstante una simple frase del, en ese momento todavía no asumido gobernador Scioli, resultó de un significado tan esclarecedor que superó en mucho todos los discursos, promesas y proyectos declarados con anterioridad, cuando aseguró el espíritu de sus intenciones al mencionar que “al delito debe combatírselo con la policía y no contra la policía”.
La reinstalación de la figura de Jefe de Policía, aunque todavía acotada debido a los impedimentos legales ya señalados, resulta indiscutible además de emblemática, y operativamente tan necesaria que hasta no deja de llamar la atención como se pretendió en lo pasado prescindir de ella sin advertir las dificultades que ocasionaría.
Nuevos trascendidos sobre el regreso de una formación de los cuadros policiales con la profesionalidad necesaria y a través de los institutos adecuados, como la que aportaba la vieja estructura académica de la Escuela Juan Vucetich, aún cuando se deban tener en cuenta las adecuaciones que la modernidad impone, son a su vez indicios alentadores de que se puede esperar una sustancial mejora.
Planes sobre la eliminación de estructuras burocráticas, como jefaturas departamentales nacidas de la improvisación y el capricho, vuelta atrás de ascensos cuestionados por distintos motivos, y el apartado inmediato de conductores de la fuerza que se prestaron, en busca del solo beneficio personal a contribuir a su destrucción, como asimismo la prudencia con que, tomando el tiempo necesario, se van cubriendo las designaciones de jefaturas, solamente pueden hacer pensar en la intención de un manejo serio y responsable que, más allá de los errores que pudieran llegar a cometerse dada la inmensidad de la tarea, sin dudas tendrán un resultado positivo en este “renacer” de la Policía de la Provincia de Buenos Aires.
*secretario general de APROPOBA
(La opinión de los columnistas no siempre coincide en el pensamiento de la Dirección General)