Se congregaron en las cercanías de la localidad correntina de Mercedes para homenajear al “Robin Hood” de la versión vernácula, en lo que se cree un nuevo aniversario de su muerte. Este particular personaje fue abatido por la policía, que lo consideraba un ladrón, asesino y desertor.
Unas 200.000 personas se congregaron este martes en las cercanías de la localidad correntina de Mercedes, para venerar al Gauchito Gil, en lo que se considera un nuevo aniversario de su muerte, informaron los organizadores del homenaje.
Fieles provenientes de diversos puntos del país y del exterior se dieron cita desde muy temprano para orar en el santuario levantado en el lugar donde se encuentran enterrados sus restos.
La mayoría de los peregrinos provenía de Buenos Aires, aunque también había delegaciones importantes en número de Jujuy, Salta, Mendoza, Tierra del Fuego, Uruguay, Brasil y Paraguay.
Las actividades comenzaron este martes a la madrugada, con la celebración de una misa oficiada por el padre José María Adis, en la Iglesia La Merced, de Mercedes, aunque el Gauchito Gil no es reconocido por la Iglesia Católica como referente cristiano.
Para el padre Adis, la congregación de fieles en torno a este personaje es “una demostración de fe inusitada” y remarcó que “aunque no se trata de un santo, la Iglesia católica lo reconoce como un hombre que puede alimentar la fe en Dios”.
La Iglesia Católica no se involucró durante mucho tiempo en las celebraciones que se realizaban anualmente en Mercedes, pero desde hace unos tres años acompaña con uno de sus representantes a los promesantes que llegan hasta el santuario.
El predio ubicado a pocos kilómetros de Mercedes y a unos 275 kilómetros al sudeste de la capital provincial, invadido por el rojo característico de la vestimenta que usaba Gil, se convirtió con el tiempo en una romería de comercios de todo tipo.
Pañuelos, remeras y vinchas, además de velas, estampitas, collares, medallas, pulseras y otros numerosos objetos relacionados con el Gaucho configuran una oferta casi indispensable, que los visitantes compran como “recuerdo” de su visita al lugar.
“Nosotros venimos todos los años, somos de Lomas de Zamora y el Gauchito nos ha cumplido siempre, por eso nosotros también cumplimos”, dijo Alicia, que junto a su hermana Dora y sus hijos y sobrinos hacía fila desde una hora antes para poder llegar hasta la estatua del Gaucho.
En ese lugar, plaquetas, escarpines, muletas, chapas patentes, llaves de automóvil o de propiedades constituyen el reflejo de las “promesas” realizadas por la gente.
La festividad del Gauchito Gil tiene la particularidad de no tener un acto central, sino demostraciones de fe durante todo el día, a partir de la llegada constante de fieles que recorren el predio, ubicado a la vera de la ruta 123.
Para esta ocasión se montó un vasto operativo de seguridad, entre efectivos de Gendarmería y de la policía provincial, sobre todo debido a hechos delictivos ocurridos el año anterior.
El Gauchito Gil es objeto de devoción popular a partir del momento de su muerte, que para algunos ocurrió en el último tramo del siglo XIX y para otros historiadores en el comienzo del siglo XX, ya que los registros sobre su existencia difieren en tiempo y espacio.
Según la leyenda popular, antes de ser asesinado por una patrulla policial, Gil prometió a su verdugo que si rezaba en su nombre su hijo moribundo sanaría, algo que luego ocurrió y convirtió al policía en el primer devoto.
Gil era para sus seguidores, una versión vernácula de Robin Hood -alguien que le quitaba a los ricos parte de sus pertenencias y la repartía entre los más pobres-, pero para las autoridades no era más que un gaucho matrero, ladrón, asesino y desertor, a quien persiguieron hasta concretar la emboscada en la que murió.