Cerca de 20 mil personas disfrutaron en la noche del sábado de la sexta edición de Zurich Gala del Mar, un concierto lírico, sinfónico y solidario que se realizó en las escalinatas de Playa Grande, con la participación de la Orquesta Sinfónica Municipal, dirigida por el Maestro Mario Perusso, y la actuación de dos solistas invitados, Natasha Tupin y Homero Pérez Miranda, quienes cautivaron a la multitud interpretando los personajes protagónicos de arias reconocidas del repertorio operístico, como “Don Pascuale”, de Donizetti, “Attila”, de Verdi, “Romeo y Julieta”, de Gounod, “Carmen”, de Bizet, entre otras.
Como en anteriores ediciones, el Grupo Zurich donó un peso por cada asistente a la Gala para ser destinada a la compra de libros en la red de bibliotecas barriales que tiene la Secretaría de Cultura de la Municipalidad. Además, los asistentes habían contribuido con leche en polvo, que será distribuida en los Centros de Desarrollo Infantil de la Municipalidad.
Al cierre del concierto, el intendente municipal, Gustavo Pulti, recibió un cheque simbólico de 18 mil pesos de manos del presidente del Directorio de Zurich Argentina, Carlos Lodeiro. Además, la empresa de seguros donó 6 mil pesos para la Asociación Amigos de la Orquesta Sinfónica.
En estos seis años que se realiza Zurich Gala del Mar, la empresa ha donado más de 100 mil pesos para fortalecer la educación en el Partido de General Pueyrredon y el público ha entregado más de 20 toneladas de alimento no perecedero.
El concierto empezó minutos pasadas las 9 de la noche, con un tributo a Astor Piazzolla, en la ejecución de “Mar del Plata ´70”. La reconocida periodista cultural “Canela”, otro lujo de la organización, como maestra de ceremonias, destacó la iniciativa del gobierno municipal en tratar que el aeropuerto marplatense lleve pronto el nombre del célebre músico.
A esa altura del atardecer, el sol todavía irradiaba sus últimas luces que brillaban sobre el la escollera norte y los barcos amarrados en el muelle, mientras la luna, bien en lo alto, espiaba entre nubes lo que sucedía en uno de los sitios más lindos de la costa marplatense.
Para ese momento las más de 2000 sillas que estaban colocadas al pie del escenario como plateas, estaban ocupadas. Las dos grandes escaleras que bajan hacia el mar también lucían repletas de gente y ante la falta de un mejor espacio, el público ocupó los faldones de césped que se extienden a ambos lados de las escaleras.
Reposeras, bancos de plástico, almohadones, largavistas, todo fue útil para sentarse y contemplar mejor uno de los espectáculos más distinguidos que ofrece la agenda cultural del verano marplatense. Después de cinco años, muchos vinieron prevenidos con ropa de abrigo y hasta hubo quienes apelaron a una manta para protegerse del aire fresco que llegaba del mar.
La elegancia del sector VIP -se pudo ver al vicepresidente de la Nación, Julio Cobos, al propio intendente Pulti, junto con el Secretario de Cultura, Carlos Rodríguez, y parte de su Gabinete-, turistas recién salidos de la playa, curiosos que se detenían de la caminata por la costa para presenciar el espectáculo. Otros, intentaban registrar el show con la cámara de fotos del celular. Todos reunidos en una “sala natural”, de espaldas al mar, para disfrutar de una Orquesta Sinfónica que cumple 60 años y la ubica como una de las más antiguas del interior del país.
El programa arrancó con la obertura Don Pascuale, de Donizetti, bajo la batuta del maestro Mario Perusso, un director que ha construido su carrera en el Teatro Colón de Buenos Aires y que supo extraer de la orquesta un plus que cautivó a los asistentes.
A los costados del escenario se montaron dos pantallas gigantes por lado de 15 metros cuadrados. En una se irradiaba una imagen perfecta de lo que sucedía sobre el escenario, con primeros planos a los músicos, los solistas y el propio Director, mientras que en la otra se traducían las canciones en una letra grandísima. De esta forma no hubo nadie que perdiera el hilo de la historia. Ni siquiera quienes estaban a más de 80 metros del escenario.
Un detalle que marcó el cuidado que puso la producción –a cargo de Franganillo/ Comunicación- para presentar esta nueva edición de la Gala fue la cámara fija que se colocó frente al Maestro Perusso y que no sólo captaba los movimientos del Director, sino que lo hacía con los edificios de Playa Grande detrás. Una postal diferente que acercó aún más al público con los artistas, para construir un momento mágico e inolvidable.
Natasha Tupin y Homero Pérez Miranda confirmaron sobre el escenario todos sus buenos antecedentes. La soprano porteña interpretó a “Julieta”, de Gounod, “Adina”, en Lakme, de Delibes, y se lució en el vals final de La Viuda Alegre, cautivando a la multitud que la ovacionó de pie.
En tanto Pérez Miranda, un cubano que vive es una figura reconocida en Chile, conmovió al público con un tono de voz impresionante para interpretar a “Attila”, de Verdi, al Barbero de Sevilla, en la calumnia, de Rossini y a “Danilo”, de “La viuda alegre”.
Tan emoción despertó su actuación que con el vals se llegó al final de la fiesta y todos bailaban en la inmensa platea natural de Playa Grande. Ya habían pasado 2 horas del inicio del concierto a cielo abierto y la multitud se retiró conmovida ante semejante manifestación artística. Con la promesa de ser testigos, una vez más, cuando Playa Grande se vista de Gala, el verano siguiente.
Fuente: Roberto Garrone