La secretaria de Estado de EEUU, Condoleezza Rice, ha llegado este viernes a Chile entre grandes medidas de seguridad y con manifestaciones de grupos de izquierda en Santiago, donde han sido detenidas siete personas. La jefa de la diplomacia estadounidense ha aterrizado en la capital procedente de Brasil, primera escala de una corta gira por estos dos países emprendida el jueves.

Nada más llegar a Santiago, Rice se ha reunido con el ministro de Exteriores chileno, Alejandro Foxley, y con un grupo de empresarios para tratar de diversos aspectos de la relación bilateral. Para la noche del viernes (madrugada en la península española) tiene programada una entrevista con la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, que ofrecerá una cena en su honor en el Palacio presidencial de la Moneda, tras la cual la secretaria de Estado abandonará el país.

Los disturbios provocados por su llegada se han producido junto al monumento a Salvador Allende en la plaza de la Constitución de la capital chilena, donde los manifestantes se han congregado con carteles con la leyenda “Condoleezza Rice, persona non grata”. Tras la lectura de una carta dirigida a Bachelet, los manifestantes han quemado una reproducción gigante del clásico sombrero del Tío Sam, momento en el que ha intervenido la policía, que finalmente, tras algunos forcejeos, ha detenido a siete personas.

Ercides Martínez, miembro de la Comisión Política del Partido Comunista, ha declarado a los periodistas que la presencia de Rice “es una afrenta para la región”. “Ella representa la política terrorista de Estados Unidos”, ha afirmado Martínez, que opina que el reciente conflicto entre Colombia y Ecuador es producto de esa política. “Es el pretexto para instalar la guerra en nuestro subcontinente”, sostiene.

En la carta dirigida a la presidenta del país, las organizaciones convocantes, agrupadas en el Foro Civil de Chile, señalan que su repudio a la visita de Rice se basa “en la insistencia” del Gobierno de Bush “de sostener una política de agresión criminal y sometimiento hacia otros pueblos”.

Fuente: El País