Gustavo Ferraro (DNI 13.212.506) nos envió, por correo electrónico, una carta que circuló en la ciudad en los últimos días. Aquí la volcamos:

“Hace un mes atrás hemos leído en los matutinos de Mar del Plata un hito del teatro independiente de nuestra ciudad: ”El Club del Teatro“ cumplió tres años.

Hasta ahí la noticia era para que festejemos por el esfuerzo de nuestros actores que con tanto empeño llevan empresas quijotescas adelante a pesar de los monstruosos molinos con los que hay que arremeter.

Sin embargo, una sombra que eclipsa todo este trabajo pudo ser vislumbrada. Una de las dueñas del Club del Teatro, incluso ”la dueña de la idea“ como señala La Capital del lunes 3 de marzo, es Paula Skarpeta, una actriz de 29 años, que hace diez que trabaja en Cultura.

Además, según señalan sus compañeras, algo más que mano derecha de Marcelo Marán.

Cabe recordar también que el Sindicato criticó, con paro de por medio, su ascenso a Jefa de Departamento, obviando varios peldaños.

También es la ”Programadora Artística“ del Centro Cultural Osvaldo Soriano...

Hasta este momento nada ilegal; sólo podría cuestionarse, por cuestiones éticas no penables, que la persona que programa Cultura del Municipio no debería programar una sala independiente.

Un solo ejemplo es que la muy buena obra del talentoso y fructífero Guillermo Yanícola. ”Ubú. Un beso único“ recibió el premio a la producción (7000 pesos) que entrega Cultura, usó las salas del Centro Cultural Osvaldo Soriano (luces, técnicos, sonido, dinero del Estado) para luego ser exhibida en El Club del Teatro, del cual Skarpeta, insistimos, es dueña.

Por otra parte, vale decir que el piso del escenario de la sala A del Soriano tiene varias tablas rotas.

Hace un par de semanas atrás una muchachita que ensayaba sobre el escenario tuvo un pequeño accidente, que por suerte no terminó en nada grave. En ese momento algún memorioso recordó que se había comprado año atrás un tapete de 2 mil pesos y que el mismo había desaparecido.

La cuestión es que ese tapete está en el piso del Club del Teatro, tal como lo mostró el diario La Capital.

Como consecuencia, se le preguntó a las dueñas qué había sucedido y luego de varias evasivas terminaron diciendo que alguien, el secretario Marcelo Marán, se los había prestado, sólo que se olvidaron de devolverlo...

En tanto, las 50 sillas de plástico que un día salieron hacia ”El Club del Teatro“, según cuenta en el diario de vigilancia del año pasado, jamás volvieron y las gradas que pertenecían a Cultura fueron regaladas por alguien al Club del Teatro. Todo esto sin contar las entradas que se cobraban por debajo en el Centro Cultural, etc, etc.

Se le permitió a UP Producciones hacer negocios con los grupos de rock a quienes les obligaban a pagar - encubiertamente en una cantidad de entradas vendidas - una cifra de dinero para participar en sus espectáculos. En definitiva, hacían oscuros negocios explotando a las bandas.

Por lo tanto, estamos seguros que el vaciamiento sistemático al cual fue sometido el Centro Cultural Osvaldo Soriano no es sólo de contenidos (obras que fueron llevadas al Club), sino que incluso los regalos y los préstamos infinitos nutren el festejado Teatro, ubicado en el Partido Socialista.

Lo que esperamos es una respuesta pronta para tanto descaro (...) ¿Será que la cultura es el último orejón del tarro?”.

ACLARACIÓN: la opinión vertida en esta espacio no siempre coincide con el pensamiento de la Dirección General.