Jorge Rial.
320 millones. 320.000.000. Trescientos veinte millones de dólares. Que lo escriban como quieran. Con números o letras. Pero tengan por seguro que esa fue la cifra exacta que gente cercana al gobierno le ofreció a los españoles de Telefónica para quedarse con el canal líder en audiencia desde hace 18 años.
Un número impensado para los tiempos que corren, pero esa fue la cifra que ofreció, casi sin que se le mueva un músculo de la cara, Rudy Ulloa, hombre cercano a la familia Kirchner.
El hombre, más allá de sus relaciones con el poder, es el dueño de El Periódico Austral, Canal 2 de Santa Cruz y se lo señala como uno de los dueños de Página 12. Esta reunión ultrasecreta se habría concertado hace algunas semanas, cuando enviados de los españoles llegaron a Buenos Aires para hacer la revisión anual de los números del canal de las pelotas.
320 millones le dijo el empresario periodístico que un día vino del sur junto a los últimos dos presidentes. ¿320 millones? Preguntaron con el asombro de millonario que está de vuelta de todo los gallegos de telefónica. 320 millones de dólares vocalizó con fuerza el veterano pingüino. 320 millones, terminaron de entender los de Telefe. Y la idea no parecía tan mala ni descabellada. Hasta empezaron a charlar de forma más amigable. Las sonrisas se convirtieron en un lugar comun.
Pero la felicidad no podía ser completa. De pronto, como en los culebrones latinos, apareció un tercero en discordia al que la operación le caía como una docena de huevos fritos en el hígado. El grupo Clarín. Imposible. Terrible. Increíble. Evitable. Y todo lo que se le ocurra se escucho por la calle Piedras y en la casa de la viudísima.
Justo, justo, la oferta coincidió con el paro del campo. Justo, justo como para empezar a darle micrófono a los chacareros que sólo tenían un lugar en Todo Noticias, en el programa del Cholo Castañón y detrás de una guitarra o un mate. Y los 320 millones volvieron al maletín en el preciso momento en que Cristina hablaba de los generales mediáticos.
Exactamente, también, cuando la carne comenzó a subir más rápido por el lado del canal Constitución que en las carnicerías. Así se frustró un nuevo intento de un gobierno por neutralizar el poder y el crecimiento del conglomerado de comunicaciones más fuerte del país. Porque los presidentes pasan, pero Clarín siempre está.
Ningún mandatario se resistió a pactar con el multimedio. Ninguno tampoco pudo evitar la confrontación directa. En ninguno de los casos pudieron ganar. Es imposible. Será imposible. Una historia que pudo cambiar el rumbo de los medios de comunicación en el país. Una historia que todos se van a apurar a desmentir. Una historia absolutamente verdadera. Como la verdadera razón del enojo de Canal 13 con el ministro bonaerense Carlos Stornelli. Un programa de televisión. Pero esa es otra historia que merece ser contada en otro capítulo.
Fuente: Primicias YA
.