Cada día se difunde más y es aceptada la noción de que lo que comúnmente llamamos enfermedad, es sólo el síntoma del efecto que los conflictos cotidianos, provocan en el cuerpo físico. Por tal motivo, si se anula el síntoma, sin tener en cuenta el motivo profundo que lo causó, estaremos desoyendo un mensaje que nos puede indicar que debemos realizar un cambio profundo en algún aspecto de nuestra vida que no nos está haciendo bien.
Es por eso que muchos autores hablan de que la enfermedad nos vuelve “sinceros”, ya que desoculta aquello que no somos capaces de manifestar conscientemente. Desde este punto de vista, la enfermedad se transforma en una oportunidad de evolución y aprendizaje.
Ya nadie duda que las úlceras, por ejemplo, son provocadas en su gran mayoría por situaciones de angustia y estrés, que el ser humano no puede “digerir” y que terminan carcomiendo el estómago.
Es por eso que Reiki se presenta como invaluable técnica de sanación para el acompañamiento de cualquier tratamiento médico, ya que al actuar sobre los campos sutiles del ser, ayudan, no sólo al descubrimiento de aquello dentro nuestro que no está siendo satisfecho, sino que desencadena también los mecanismos autocurativos de la persona, la verdadera curación, que viene de nuestro propio interior.
Para esto, debemos conocer primero, que nuestro cuerpo físico, es sólo la parte “visible” de lo que somos. Nuestro cuerpo energético, aquel que no vemos pero que existe, es el primero que se ve dañado por el efecto de los diferentes conflictos a los que se debe enfrentar diariamente el ser humano. Reiki actúa sobre el cuerpo energético, lo mental, lo emocional, lo espiritual, llevando energía y equilibrando las zonas con bloqueos, permitiendo un flujo continuo de energía vital, devolviendo la capacidad de regeneración y autocuración.
Pero también es utilizado en personas sanas, que deseen incrementar su energía, y disfrutar del placer de una sesión de aproximadamente 45 minutos de duración, recostadas vestidas sobre una camilla, en un ambiente preparado con suaves aromas y música, obteniendo una profunda relajación.
Reiki es una palabra japonesa que significa energía vital universal, y es canalizada por el reikista que la transmite por la palma de sus manos, sobre el cuerpo del receptor, sobre los centros energéticos de éste y sobre las partes de cuerpo que pueden encontrarse afectadas.
Cualquier persona puede convertirse en reikista. No se requieren dones especiales, sólo la predisposición y entrega para recibir y transmitir esta energía, y haber sido “sintonizado” por un maestro de Reiki debidamente calificado, en forma directa. Existe numerosa bibliografía sobre esta técnica pero es la iniciación por un maestro Reiki lo que capacita a la persona para ser verdadero canal de transmisión.
Reiki no tiene efectos colaterales ni contraindicaciones. Alivia estrés, armoniza, y conecta a la persona con su verdadera esencia. Se puede aplicar tanto a seres humanos como a animales, plantas, cristales, ambientes y situaciones. Disminuye los efectos secundarios en medicamentos, incrementando su poder curativo. Purifica alimentos y los energiza. Acelera los procesos de cicatrización.
La familia se ve muy beneficiada por Reiki, especialmente aplicado a bebés y niños pequeños. Es por eso que se recomienda que al menos un miembro del grupo familiar esté iniciado. También a embarazadas luego del tercer mes de gestación, y en el momento del parto. Recomendado en hospitales, quirófanos, consultorios, salas de salud, cualquier ambiente donde haya muchas personas y lugares donde se vivan situaciones de angustia y estrés.
Rosana Julia Acampora
Reikista- Instructora de Chi Kung
Cel: 154399047