Por Maximiliano Abad - Concejal Bloque UCR
La semana pasada nos devolvió las imágenes de una Argentina que creíamos superada. Cientos de gendarmes atropellando a un puñado de pequeños productores y un fiscal obediente al gobierno nacional, queriendo encarcelar a dirigentes de la oposición que se solidarizan con los reclamos de los pequeños y mediados productores.
Otra vez, la represión y la judicialización de la protesta social es la herramienta que utiliza este gobierno para intentar acallar las voces que se multiplican, las voces que de norte a sur y de este a oeste, están desenmascarando al gobierno de los K.
Buena parte del pueblo, empieza a tomar nota de que ya no alcanza con vociferar desde una tribuna, consignas progresistas. Que cada día que pasa, se desnudan la inoperancia y la falsedad de un gobierno mediocre y autoritario. Que los paladines de los derechos humanos, no son otra cosa que pragmáticos usurpadores de luchas y conquistas de todo el pueblo argentino.
Por fin, empieza a aparecer con todo el desparpajo, la matriz kirchnerista, la que azotó Santa cruz durante muchos años y la que está amenazando a la nación en este tiempo.
Son, nada más y nada menos, que una versión encumbrada del capitalismo mafioso, rifando la obra pública y los controles a sus más encumbrados amigos; son los que pregonan la igualdad, mientras en el país, se profundiza la desigualdad y se reduce el gasto social; son los que se jactan de defender los derechos humanos, mientras financian patotas afines y mandan a reprimir las protestas sociales; son los que hablan de la redistribución del ingreso, mientras retenciones mediante, solo distribuyen recursos a los gobernadores afines; son los que se jactaron de haber pagado la deuda, mientras año a año, crecen los intereses de la deuda impaga.
En síntesis, el hecho de querer reprimir y hasta encarcelar a los opositores, no es un hecho casual, forma parte del maquillaje kirchnerista que hace de la calidad institucional y de la división de poderes, una verdadera caricatura.
Es nuestro deber cómo ciudadanos, repudiar este accionar y convocar a todos los actores políticos y sociales a una verdadera concertación republicana que le ponga límites a esta suerte de menemismo del siglo XXI.
(La opinión de los columnistas no siempre coincide con el pensamiento de la Dirección General).