Ojalá fuese el primer discurso. Ojalá pudiera creerse en la ingenuidad política. Ojalá estuviéramos discutiendo un programa serio de redistribución del ingreso haciéndonos cargo que desde el año 2007 en adelante, en la Argentina la economía crece junto con el hambre. Ojalá se asumiera en serio el debate sobre la necesidad de una relación más equitativa entre la Nación y las provincias. Ojalá estuviéramos en presencia de un gobierno cuyo objetivo fuese la captura de las rentas extraordinarias para hacer verdad el declamado objetivo de “cerrar la cuenta social deficitaria de los argentinos”. Es una pena que no sea así.

¿Será cierto que se quiere resolver la situación social cuando se interviene el INDEC y se ocultan deliberadamente millones de pobres e indigentes? ¿Por qué razón el Gobierno habla de transferir ingresos y su programa social no incluye ningún mecanismo concreto de transferencia de recursos a las familias? ¿No sabe el Gobierno que con sólo poner en marcha una asignación universal, para todos los pibes, de $100 se eliminaría prácticamente la indigencia (el hambre) en los menores? ¿Sabe el Gobierno que con sólo asignar anualmente el 1% del PBI se resuelve el hambre y que asignando el 5% del PBI se elimina la pobreza?

El Fondo que hoy crea ¿no es un tanto pobre cuando sabemos que por impuestos al Comercio Exterior se recaudarán en todo el presente año más de $50.000 millones? Si en los últimos cinco años no se avanzó en una reforma impositiva, si no se avanzó en la captura de la renta petrolera, minera y pesquera y si sobre la agropecuaria se lo hizo en una baja proporción y brindando beneficios que alentaron la concentración del sector, ¿es creíble el discurso oficial de hoy?

Ojalá fuese cierto. Ojalá no fuese un discurso más. Pero ¿por qué explicamos lo que vamos a hacer con lo recaudado por encima de un 35 por ciento? ¿No era que las retenciones eran para redistribuir el ingreso?