El ministro de Interior, Florencio Randazzo, no gana para sustos. El fin de semana último volvió a ser víctima de la crispación reinante en la sociedad por la falta de solución en el conflicto del campo y la suba de precios, entre otros. Hace algunas semanas la había pasado mal en La Plata.
El nuevo percance del “flaco”, como lo apodan, ocurrió esta vez en su natal Chivilcoy. Sucede que el hombre es una persona de costumbres pueblerinas y en esa ciudad, al igual que en muchas del interior bonaerense, la rutina de los fines de semana manda a consumir tiempo a los cafés que rodean la plaza principal; mientras otros dan la ‘vuelta al perro’.
Pese a su exposición -por el cargo que ocupa- y a que en los últimos cien días una parte de la ciudad -productora de granos por excelencia- ha dejado de mimarlo, Randazzo fue como acostumbra a un reconocido resto-bar del centro a tomarse un ‘cafecito’.
Lo que no predijo, o tal vez sí, es que algunos transeúntes detuvieron el paso cuando lo vieron. Poco a poco se corrió la voz de que el ministro estaba muy placidamente en el bar. Segundos después, una multitud se agrupó en las puertas del comercio e inmediatamente comenzó el diluvio de vituperios contra su persona, la de Cristina, Néstor y toda los seguidores K.
Viendo que Randazzo no podía salir del lugar y que los protestantes no mostraban intención de irse, uno de los encargados del lugar le facilitó al ministro la retirada por una puerta trasera del comercio.
No es el primer incidente que sufre. Hace un mes fue increpado por un grupo de compradores cuando recorría góndolas, junto a su familia, en un reconocido supermercado del barrio recoleto de City Bell, en La Plata.
También le tocó a la familia, cuando la madre tuvo que soportar un escrache en las puertas de su casa, también en Chivilcoy.
Fuente: Semanario 7 Días de Trenque Lauquen.