Según un estudio del Sindicato Luz y Fuerza Mar del Plata, los mayores aumentos recaen en los que menos consumen. Por ejemplo, los residenciales estacionales (quienes veranean en las ciudades balnearias) perciben un aumento de casi el 40 por ciento, frente a un 29 por ciento de los comercios de bajo consumo y un 22 por ciento de comercios de alto consumo.
La clave de esta recomposición está en la proporción de los aumentos aplicados a los cargos fijos respecto de los variables. Por ejemplo, en el caso de los residenciales estacionales, que consumen sólo en vacaciones, el cargo fijo subirá un 70 por ciento y el variable un 4 por ciento, según las estimaciones de Luz y Fuerza.
José Rigane, secretario general del gremio, señaló que “a la tarifa estacional deberían eliminarla porque va en contra de lo que es un servicio público. Uno no debe estar obligado a consumir. Si no se consume se paga mucho: se arranca con un cargo fijo de 21 pesos sin consumir nada”. Una situación similar a la de Edenor, Edesur y Edelap. El especialista Américo García calculó que “si se suma el cargo fijo y el variable para cada tramo tarifario y se lo divide por el valor superior de cada segmento, veremos que los consumos menores a 300 kwh resultan en forma unitaria los más caros”.
Para Rigane, un elemento que parece habérseles escapado a las autoridades –aunque no a las empresas– es que esta reestructuración contradice la política de ahorro energético. “Cuando existían las empresas provinciales y nacionales, esto no pasaba. Hoy los que pagan son los pobres porque el cargo fijo lo pagamos todos: el que consume diez kwh, el que consume cincuenta y el que consume mil”.
A partir de diversas movilizaciones impulsadas por Luz y Fuerza y organizaciones sociales, en 2000 se implementó por ley una tarifa social que alcanza a sectores como jubilados y pensionados y jefes y jefas desocupados de la provincia de Buenos Aires. Los últimos aumentos no alcanzaron a estos usuarios.