La neurocirujana cubana, después de 15 años de petición constante al presidente Raúl Castro, ha logrado un permiso temporal para salir de la isla y encontrarse con sus seres queridos
“Yo nací hoy”, ha dicho Molina a la prensa a las puertas de la casa de su hijo en el Palomar, minutos antes de dirigirse a un hospital de la Capital Federal, donde permanece ingresada su madre, Hilda Morejón, de 90 años.
La neurocirujana, quien logró el viernes un permiso para viajar a nuestro país por tres meses, prorrogable hasta once, ha asegurado que quiere regresar a su patria.
“A mi mamá no la voy a dejar, ojalá me la pudiera llevar a Cuba. Voy a quedarme todo el tiempo que requiera su salud”, ha dicho la médica, que rompió con el régimen de los Castro en 1994.
Desde que se enteró del estado de salud de su madre, comenzó a escribir todos los días una carta al presidente cubano, Raúl Castro, para que la dejaran viajar a Argentina. En las misivas le comunicaba que su madre estaba grave, que se podía morir y que, si quería, estaba dispuesta a ir a un templo católico y jurar ante Dios que volvería a Cuba cuando “le cerraran los ojos”.
“Yo no estoy agradecida al Gobierno cubano. Esto no es un favor, esto es un derecho que me lo han violado durante quince años. Yo no tengo rencor con nadie”, ha expresadola disidente cubana, quien ha dicho a sus compatriotas que no deben “limosnear” por sus derechos.
Molina aseguró que sus nietos Roberto Carlos, de 13 años, y Juan Pablo, de 8, “son un tesoro” y que la han tratado como si la conocieran “de toda la vida”. También ha tenido palabras para su hijo, médico como ella y al que no veía desde hacía quince años: “no ha envejecido”.
“Pensando que estaba construyendo para él una sociedad mejor, he perdido de su niñez y de su adolescencia momentos que no se repiten. Mi madre me lo ha criado. Pero yo pensé que estaba trabajando por su futuro y que luego podría disfrutar de mis nietos”, dijo la mujer, de 66 años.
La médica se ha emocionado al hablar de Pablo, el hermano de su nuera, la argentina Verónica Scarpatti. Pablo es discapacitado y fue paciente del Centro Internacional de Restauración Neurológica de La Habana, del que Molina fue directora y donde Scarpatti conoció a Roberto Quiñones, mientras su hermano recibía allí tratamiento médico.
Quiñones y Scarpatti se casaron en La Habana el 14 de febrero de 1994 y la pareja se instaló en Argentina, donde el médico se nacionalizó en 1996.