Por: Jesús Evaristo Scanavino
Comisario (ra) Secretario de Organización de Apropoba
La indignación que existe en los niveles intermedios de la fuerza y gran parte del personal subalterno ha llegado a lo insoportable. Así nos comentan camaradas de distintas zonas, sea del gran Buenos Aires como del interior.
El acto llevado a cabo el jueves 18 del cte. en casa de gobierno, pudo ser el bálsamo que todos los policías están necesitando como para compensar en algo una década de infamias y agravios arslanianos, en especial los camaradas que están en actividad, por parte de los tres poderes representados en esa ceremonia. Si esa habría sido la sana y sincera intención del gobierno, aún hay tiempo para demostrarlo y que toda la familia policial lo perciba así.
Lamentablemente debemos advertir que las caricias del Sr. Gobernador producen más preocupación que placer. Sus palabras en los oídos de los policías, que decentemente traspiran la camiseta y decididamente arriesgan la vida todos los días, suenan como el canto melodioso, colmado de bellas promesas, y embrujador, de las mitológicas sirenas de La Odisea de Homero, que llevaban a los marinos que las oían, a arrojar sus propias naves, con su propia gente, contra los arrecifes, y donde los sobrevivientes luego eran masacrados.
Ojalá que nuestros Jefes Superiores presentes en aquel acto, de ser el caso, hagan como Ulises, el héroe griego de La Odisea, que mandó tapar los oídos de su tripulación para que no oyeran a las sirenas, mientras él, que deseaba fervientemente oírlas, se encadenó al mástil de la nave; así, en caso de caer seducido por aquel maléfico canto, estaría imposibilitado de tomar cualquier medida que llevara a su gente al sufrimiento.
Es que el Sr. Gobernador dijo lo que sabía perfectamente que queríamos oír.
Las palabras elogiosas del jefe político de la provincia, independientemente a la relación que pudieron tener con las necesidades de campaña, arrastran la sospechas del canto de las sirenas, porque en el mismo momento que prometía proteger a los policías, estaba gestionando, y apurando, la sanción de una prorroga a la inexplicable, y maldita, Ley de
Emergencia Policial; que tiene como único fin, nada menos que cercenar los derechos laborales y constitucionales de ese mismo personal a quienes estaba prometiendo proteger. Bien podríamos decir que nos está conduciendo hacia los arrecifes…o por lo menos nos está mintiendo.
La prueba de ello la aporta el senador oficialista,Enrique Salzman, quién defendiendo el proyecto de prórroga enviado por el Gobernador, en reportaje a los medios de prensa del interior dijo:”…la emergencia es una herramienta necesaria porque los integrantes de la fuerza a veces es difícil controlarlos y el ministro necesita una ley para que la fuerza sepa que si se equivoca va a tener que cubrir su equivocación de acuerdo con esta herramienta…”
El Senador lo acaba de confesar. Ya no hay más dudas. Policía que se equivoque, será declarado prescindible, echado sin derecho a defensa, absolutamente desamparado.
Como ya lo hemos dicho antes: ¡¡A los policías, ni justicia!!
¿Ese es el respeto que los legisladores del partido gobernante tienen por los derechos de los ciudadanos y por la Constitución?
¿Esa es la calidad de democracia que estos señores, tan bien pagos, piensan para los argentinos?
¿No es mejor ralear a los malos policías con la vigencia de la ley y la justicia?
¿O será que se necesita una emergencia permanente para poder echar policías por cuestiones que no se pueden documentar?
¿Por qué no emplean el mismo sistema para echar malos empleados de otros sectores de la administración, que los hay?
Días pasados dimos cuenta de una reunión reservada en la que un Comisario Mayor habría exhortado a los subalternos a asumir una actitud militante, en virtud de la puesta en vigencia de la nueva Ley de Personal y su respectivo Decreto Reglamentario, para corregir alguna de las barbaridades cometidas durante la gestión Arslanián, nunca se iba a concretar. Aclaramos en ese momento que no sabíamos si era verdad o una versión más, inspirada en la campaña política.
Y al día de hoy existen sospechas de que tal versión haya sido cierta; y que la ceremonia del jueves 18 haya sido una simulación, un engaño, por cuanto en ese acto no se hizo público el texto completo de los discursos, ni se publica en ningún lado el número del Decreto -si es que existe- ni de la Ley si es que realmente entra en vigencia. Esperemos que se demuestre lo contrario.
También dimos cuenta que un Comisario –en la reunión antes aludida- habría propuesto otras medidas que no se consideraron como las mejores porque perjudicarían a la población…
Resulta que ahora está tomando fuerza el rumor de que el propio Gobernador habría “zamarreado” a un importante funcionario de la Cámara de Diputados para que aprueben “sin tantas vueltas” la prórroga de la Emergencia.
Claro que son tantos los heridos que está dejando esta campaña, que ninguna información puede ser tenida como absolutamente cierta.
Lo que sí es absolutamente cierto, es que si el actual gobierno provincial piensa traspasar el día 28 de junio con una prórroga de la maldita Ley de Emergencia, será porque todo lo visto y oído de su parte, con respecto a los policías y a la seguridad, ha sido una mentira y ello mortificará a todos los uniformados..
Comenzar la nueva etapa, que sin duda se inaugurará el día siguiente de las elecciones, con el personal policial escandalosamente sometido al arbitrio del poder de turno, significará que nada ha cambiado en materia de seguridad. Ni en calidad institucional. Y no solo estará dando esta lamentable y antidemocrática imagen el poder gobernante. La oposición, en todas sus variantes, que tanto se golpean el pecho por la seguridad, estará anticipando, desde ahora, una preocupante incapacidad para terminar con la inseguridad, o demostrando una descomunal hipocresía.
Y lo que también es cierto, es que de llegar a perpetrarse tal ignominia en contra de los sufridos trabajadores policías, cualquiera sea el resultado de las elecciones, el rendimiento de la fuerza policial, lamentablemente, mermará de una manera alarmante, producto del nuevo desengaño. Y la comunidad seguirá pagando las consecuencias.
Otra preocupación que en estas horas invade a toda la fuerza –que obviamente nadie se anima a decirlo públicamente- es la posibilidad cierta de que, mediante algún ardid basado en la falta de personal para producir los obligatorios relevos en las mesas, se les obstaculice el derecho –y obligación- de emitir libremente el voto el día 28 de junio próximo. Si esto se concretara, si también se vedara a los uniformados el derecho de ejercer la soberanía popular, sería una vergüenza. Nada más lo que faltaba para encasillarlos como ciudadanos de segunda.
No deberían asombrarse entonces, que si para el día de los comicios -y con la debida anticipación- no están planificados y previstos los relevos, los efectivos policiales decidan no presentarse al servicio ese día, para cumplir primero con la obligación constitucional y el derecho indelegable de emitir el voto.
Un gravísimo error por parte de los responsables policiales –ya no del gobierno- en el manejo del servicio y que puede acarrear malas consecuencias. Un abuso de poder más para con los subordinados, que jamás sería olvidado. Un delito además, que sin duda sería denunciado, con nombre y apellido.
Los policías ya están sin derecho a la estabilidad laboral; sin derecho a la defensa en el juicio administrativo; sin derecho al principio de inocencia; sin derecho peticionar a las autoridades; sin derecho a la libertad de expresión; sin derecho a la sindicalización; y ahora habría que restarle el derecho a votar?
Ojalá que nada de esto nunca se haga realidad. Que solamente sean rumores producto del alboroto electoral. Que todo el mundo pueda votar. Que el día 29 de junio, los policías de la provincia amanezcan sin ley de emergencia. Merecidamente incluidos en el marco de la Constitución, como el resto de los ciudadanos.
(La opinión de los columnistas no siempre coincide con el pensamiento de la Dirección General)