El Hogar Nazaret abrió sus puertas hace más de un año y medio, y allí 50 personas que antes dormían a la intemperie ahora pasan la noche en un lugar calefaccionado, con merienda, cena y desayuno incluido.

La apertura de este lugar es iniciativa de la Noche de la Caridad, un grupo de siete parroquias que hace ocho años y durante los 365 días del año llevan una comida caliente a las personas que duermen en la calle. La tarea es compartida con Cáritas Mar del Plata, a quien pertenece el lugar físico donde funciona el hogar – Balcarce 5036- y quien aporta recursos materiales, económicos y humanos.

“Ya pasaron cerca de 400 hermanos, algunos consiguieron trabajo, otros volvieron a su lugar de origen o se reencontraron con su familia y muchos otros siguen buscando su camino, porque cada uno tiene su tiempo” señala Mirta Salas, encargada del hogar, quien explica que el albergue también brinda el servicio a personas que, sin estar en situación de calle, tienen una necesidad especial y transitoria como familiares de internados en hospitales, personas derivadas a causa de maltrato familiar, entre otros. El Hogar Nazaret es transitorio y cada quince días se evalúa si alguno necesita un tiempo más para volver a reinsertarse “el proyecto del lugar es la reinserción familiar, laboral y social” manifiesta Mirta.

Actualmente en el Hogar Nazaret se están haciendo refacciones para poder ampliar la capacidad de los baños y de las habitaciones, en especial de los hombres ya que la mayoría de los alojados son de sexo masculino. “En este momento hay capacidad para 50 personas y con esta reforma vamos a tener lugar por lo menos para 20 más” dice Mirta Salas. La obra tiene un valor total aproximado de $ 40.000 y si bien una parte del dinero se cubrió con un evento realizado por la Noche de la Caridad en abril, se necesitan más recursos económicos para afrontar la refacción.

“Lo que se necesita también son voluntarios, siempre digo que necesitamos orejas que vengan a escucharlos, a charlar con ellos, a compartir la merienda, la cena; que son momentos muy especiales. La verdad es muy lindo verlos sentados compartir una mesa cuando años atrás los veíamos en la calle” expresa Mirta Salas “le doy las gracias a los que colaboran y también los invito a seguir ayudándonos, a ayudar” concluye.

Todos los que deseen colaborar ya sea con un pequeño aporte económico para la refacción del Hogar Nazaret o con donaciones de ropa de cama, alimentos o productos de higiene personal pueden hacerlo llamando al 475 6565 –por la mañana- o al 474 9795 -después de las 18-.

Finalmente recordaron que todos aquellos que vean a personas en situación de calle, pueden comunicarse con el número del hogar, para poder brindarles ayuda conjunta con la Noche de la Caridad.

Los protagonistas del Albergue Nazaret

Silvina, Néstor, Marina, Juan, Gabriel, Enrique y Mery son algunos de los que actualmente pasan la noche en el Albergue Nazaret. Cada uno con su realidad concreta, contaron la experiencia de vivir en este lugar y cómo su vida cambió desde que están aquí.

ilvina de 30 años, Néstor de 49 y su pequeña hija de seis meses Marina, hace unos meses que están en el hogar. “Antes pasábamos la noche en la calle, dormíamos en alguna casa abandonada, en las plazas, en algún galpón” explica Néstor. “Me siento bien con ella y con mi marido, estamos más protegidos no tenemos que estar pasando frío, y además acá tenemos una buena convivencia” dice Silvina, y luego su esposo agrega “ahora estoy luchando, para conseguir una vivienda aunque sea de casero, porque ahora prácticamente estoy sin trabajo, busco de un lado y en otro pero no encuentro nada”. “Para mí este hogar es mi casa” resume Silvina.

“Conocí este lugar gracias a un ex compañero que trabaja en la municipalidad que me dijo de venir, y acá estoy espero por un corto tiempo, tratando de salir adelante” dice Juan que tiene 41 años, y si bien estuvo una semana durmiendo en la calle, hace dos años y medio que está “dando vueltas” sin un lugar fijo. “Acá nos ayudamos entre todos, convivimos, tratamos de buscar trabajo, de salir adelante. Siempre hay alguien que nos escucha. Me siento bastante protegido” explica Juan y prosigue “Me dan ganas de irme, y no porque dentro de todo uno acá se siente cuidado, pero sí tengo ganas de salir adelante, no es cuestión de quedarse en un lugar, tenemos que buscar salir de su pozo y avanzar, y esto es un escalón”.

Gabriel tiene 46 años, estuvo internado en el Hospital Regional y “tuvo la suerte” que de allí lo derivaran al Hogar Nazaret; antes pasaba la noche en la calle “a la vuelta de la terminal”. “Aquí entramos a las seis de la tarde, tomamos una merienda, luego una ducha bien calentita, miramos la tele, cenamos y luego a dormir, al otro día a las ocho de la mañana tenemos que salir de vuelta” detalla Gabriel sobre la actividad del albergue. “De estar en la calle, a estar en compañía, contenido, con gente, y poder tener una cama caliente para dormir, te cambia, te deja pensar un poco mejor no es lo mismo que si vos te acostás en la calle, es otra cosa. Aquí me siento bien” resume Gabriel, con voz pausada pero firme.

“Yo entré por la noche de la Caridad y acá estoy bien, me siento cómodo, estoy eternamente agradecido al Hogar. Cambió mucho mi vida, porque he conocido cosas aquí que nunca hubiese conocido” puntualiza Enrique, de 54 años, quien antes dormía en la terminal.

Finalmente, Mery que fue definida por la gente que atiende el hogar como “una de las más colaboradoras” brinda su testimonio. Y aunque dice que tiene 70 años, su rostro, pero también su espíritu juvenil la hacen aparentar menos edad. “Yo estaba durmiendo en la Municipalidad, por la calle San Martín y los chicos de la Noche de la Caridad, que me llevaban comida, me veían siempre y un día me dijeron que estaba abierto acá y me trajeron en el coche. Anteriormente también estuve durmiendo en Buenos Aires, en galerías, hospitales, donde encontraba para guarecerme de la lluvia y el frío” explica Mery. “Lo veo perfecto al hogar, nos llevamos bien, comemos bien” señala y luego añade “cambió mi bienestar, estoy más gorda –se ríe- estaba flaquísima porque comía cualquier cosa o a veces no comía. Me siento bien, mejor que en la calle”  concluye Mery.

Cada una de las personas que está en el Hogar Nazaret, tiene una difícil historia detrás, pero con la ayuda generosa de muchas personas que se animaron a poner en marcha este gran proyecto, viven un presente que quizás les permita tener un mañana mejor.