Por: Miguel Angel Reynoso
Secretario General de APROPOBA
No obstante que la experiencia nos enseña lo difícil que ha sido desde siempre alterar la realidad de lo ocurrido no obstante los esfuerzos que puedan llegar a realizarse con esa intención aunque incluyan la mentira, la tergiversación o incluso la pretensión de olvido, siempre habrá quién lo intenta nuevamente pretendiendo cambiar, según sus oscuros intereses, el recuerdo de determinados hechos históricos o directamente borrar toda circunstancia que pueda llevar a recordarlos.
En lo que respecta a la policía de la Provincia de Buenos Aires, sus integrantes somos conscientes desde siempre de estas reiteradas intenciones de borrar el por demás rico historial institucional, por las reiteradas tentativas perseguidas en tal sentido, sin ir más lejos respecto nada más y nada menos que a su creación misma, que datando del año 1821, como bien se encuentra documentado, no solamente se la menciona como nacida en 1880, apropiándose otra institución de tan valiosos antecedentes, sino también a partir de la desastrosa reforma judicial y policial del año 1997, en que se realizaron los mayores esfuerzos para convencer a todo el mundo que la anterior repartición policial bonaerense había desaparecido naciendo otras nuevas en su reemplazo, lo que de ninguna forma pudo lograrse en su totalidad a pesar de que las consecuencias de tan disparatada idea todavía siguen perjudicando al espíritu institucional de sus componentes.
Sin ir más lejos y solo a manera de ejemplo mirando la página oficial del Ministerio de Seguridad, notamos que la Agrupación Sinfónica, según la nueva denominación de la antigua Banda de Música de la Policía, carece totalmente de mención de sus méritos anteriores, antecedentes históricos y rico pasado que la llevó a ser una de las mejores agrupaciones de ese tipo en el país.
Pero otro hecho singular también ha pretendido borrar el recuerdo de una de las páginas más gloriosa de la Policía de la Provincia de Buenos Aires en toda su historia, y en esta oportunidad no se puede achacar la intención a alguien extraño a la institución, sino a un propio jefe surgido de las filas policiales, actuando seguramente bajo motivaciones que no llegamos a comprender pero que sospechamos y es que encontrándose vigente una resolución de la Jefatura de Policía, disponiendo la fecha del 23 de enero de cada año como el Día de los Policías de la Provincia de Buenos Aires, en recuerdo de la destacada actuación y los mártires aportados en los trágicos sucesos de La Tablada, años más tarde como queda dicho y sin argumentos valederos otra jefatura cambió tal fecha por la del 2 de noviembre de cada año.
Mezquina regulación que como es lógico ante la superposición con el día en que el Santoral Católico reserva al recuerdo de los Fieles Difuntos, la convierte en anodina y en otra forma de evitar que la sociedad recuerde que muchos cientos y cientos de policías brindaron sus vidas en su defensa ofreciéndoles un homenaje especial por la calidad de este sacrificio.
Equivocada decisión que no se entiende salvo pensando que lo que verdaderamente se quiera ocultar es que integrantes de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, institución castigada y denigrada eternamente, fueron los que arriesgaron y dejaron sus vidas enfrentando al terrorismo en defensa de las instituciones de la República y del orden democrático imperante en ocasión de los hechos recordados.
No es la fijación reglamentaria de un día determinado lo que nos puede llevar a recordar especialmente a nuestros camaradas caídos en el cumplimiento de su deber, ni el acto oficial coincidente, ni los discursos de ocasión pero sin sentimiento verdadero, es otra cosa,… verdaderamente es otra cosa.
ACLARACIÓN: Las opiniones vertidas en esta columna no siempre coinciden con el pensamiento de la Dirección General.