La Catedral de Mar del Plata se vistió de fiesta este sábado, dos nuevos sacerdotes fueron ordenados, para la diócesis, por Monseñor Juan Alberto Puiggari. Luciano Alzueta de 32 años, oriundo de Balcarce y Nicolás Marinelli, 27 años, proveniente de Batán; son los nuevos presbíteros de la Iglesia de Mar del Plata.
El templo estaba colmado de fieles y en la celebración participaron también, más de 60 sacerdotes, quienes recibieron con mucha alegría a los nuevos presbíteros.
En su homilía el Obispo, les habló a los nuevos sacerdotes, y les recordó “el sacerdote deberá siempre contemplar a Cristo, y ahí descubrir su identidad y su misión”. Les habló de la figura y el modelo del Santo Cura de Ars y posteriormente les dijo “queridos Luciano y Nicolás, Jesús sintetizó los múltiples aspectos de su sacerdocio en un único término, servir, y en ello donarse uno mismo, ser no para uno sino para los demás. Este es el núcleo más profundo de la misión de Jesucristo y a la vez la verdadera esencia de su sacerdocio” y luego añadió “el siervo debe dar cuenta de la gestión del bien que se la ha encomendado, no atamos a los hombre a nosotros, no buscamos poder prestigio, estima para nosotros mismos, sino que conducimos a los hombres a Jesucristo”.
Monseñor Puiggari dio gracias a Dios “por este regalo para su Iglesia, para mi indigno siervo y para que colaboren con mi ministerio” y también agradeció especialmente y bendijo a las familias de los sacerdotes, a sus comunidades de origen San José de Balcarce y Nuestra Señora de Luján de Batán y finalmente a todos los sacerdotes que los acompañaron y a las comunidades donde ejercieron su diaconado.
Luego de la homilía se realizó el tradicional rito de ordenación, donde el Obispo impuso las manos a los ordenados, y realizó una oración silenciosa. Posteriormente ungió sus manos con el Santo Crisma y les entregó la patena, el cáliz y los Evangelios. En uno de los signos más elocuentes de este tipo de celebraciones, los nuevos presbíteros se postran en el piso como signo de abandono y despojo. Finalmente los sacerdotes concelebrantes, también impusieron las manos a los nuevos presbíteros como signo de recibirlos en el sacerdocio y luego les dieron un fraterno saludo de paz.