Por: María José Sanchez
Juventud Socialista Mar del Plata
Una vez más, asistimos azorados a una demostración de ausencia de criterio por parte del Ejecutivo Municipal. Esta vez, no sólo pone en relieve la falta de sentido común con la que parecen tomar la mayoría de las decisiones en la Intendencia local, sino que, además, esta vez ponen en riesgo nuestra seguridad, ponen en jaque la integridad física de miles de jóvenes, nada más y nada menos.
Con el intento de traslado de los bares de Alem a Escollera Norte, el Intendente demuestra otra vez lo poco que le importa la realidad de los vecinos marplatenses a la hora de establecer las prioridades de su gobierno. Los Jóvenes Socialistas Marplatenses nos oponemos de plano a esta idea absurda de trasladar algunos de los bares que en la actualidad funcionan en Alem a la Escollera Norte. Además de las -al menos para nosotros- obviedades, como la gran obra de infraestructura que debe hacerse para tal cometido, existen las probabilidades de accidentes y fatalidades en las rocas o en el agua de los jóvenes que asisten en las noches a esos locales, que son, justamente, las cuestiones que más nos preocupan.
Con una mirada economicista, se postula la Escollera Norte como la única solución a los problemas en la nocturnidad de la calle Alem. Hay otros sitios propuestos que terminan siendo mucho más coherentes y realistas, como por ejemplo Punta Mogotes. Pero sabemos que este gobierno no se caracteriza por ser permeable a las sugerencias y a las propuestas de otros sectores políticos, por más que éstas sean más coherentes o más certeras. Pero esta vez, queremos pronunciarnos en contra de este proyecto, más allá de las otras oportunidades donde acusamos al Intendente de tergiversar índices de empleo, de gobernar sólo para los sectores más acomodados, de despreciar la realidad que viven los que más necesitan o de reprimir a los sin techo, creemos que en esta oportunidad está en juego la seguridad de muchos chicos y que no se le está dando al tema la importancia que tiene. A veces, hay que saber aceptar los errores y dar marcha atrás, cuando la realidad nos pide a gritos que recapacitemos, cuando de las decisiones que tomamos depende la vida de otros.