El sargento del Ejército colombiano Pablo Moncayo quedó hoy libre luego de 12 años y tres meses secuestrado en poder de las FARC, tras ser entregado a una comisión humanitaria en una zona selvática del sur del país, en el segundo paso de un operativo que ese grupo guerrillero anunció como el último de liberaciones unilaterales.
Moncayo fue traído desde “una zona rural del departamento Caquetá” -según informó Adolfo Beteta, vocero del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR)- en un helicóptero que aportó Brasil y se reencontró con su familia en el aeropuerto de Florencia, capital de Caquetá, a unos 600 kilómetros de Bogotá.
El rescate estuvo a cargo de una comisión integrada por la senadora Piedad Córdoba y representantes del CICR y el obispo católico Leonardo Gómez, y el rehén fue entregado por “el comandante Jairo”, según afirmó la legisladora.
Con aspecto saludable y vestido con uniforme militar camuflado, lo primero que hizo Moncayo al descender del helicóptero en el aeropuerto de Florencia, instantes después de las 17.40 (las 19.40 en la Argentina) fue abrazarse con su padre Gustavo, su madre Estela y su hermana Laura Valentina, de cinco años, a la que no conocía.
Al dirigirse a los periodistas, una hora después de haber arribado, Moncayo hizo una larga lista de agradecimientos que incluyó a Dios, a su padre -“por su labor titánica, incansable”-, a Córdoba, a Gómez, al CICR y a los presidentes de Ecuador, Venezuela y Brasil, Rafael Correa, Hugo Chávez y Luiz Lula da Silva, pero no incluyó en ellos a nadie del gobierno colombiano.
Moncayo pidió que ”alguna organización no gubernamental de carácter internacional ayude a gestionar la libertad” del coronel Edgar Duarte, secuestrado en octubre de 1998, y del sargento Libio Martínez, raptado en 1997, porque le “manifestaron que sentían que sus vidas corrían peligro”.
”Es un orgullo para mí haber portado el uniforme a lo largo de todo este tiempo, viviendo muchas cosas, muchísimas, todo por amor al bello pueblo colombiano”, expresó el sargento y agregó: “No saben cuán asombroso es volver a ver civilización”.
Moncayo afirmó que durante su cautiverio estuvo ”postrado en cama y siete meses con muletas”, aseguró que tras “haber tenido todo el tiempo para meditar” adoptó ”una decisión” que no reveló, afirmó que su familia “ha cambiado mucho” y se manifestó ”supremamente admirado” de “todos los avances tecnológicos” pese a ”lo poco” que había “visto hasta ahora”.
Al terminar su declaración, Moncayo cortó las cadenas que su padre -el docente conocido como ”el caminante por la paz“ por sus reiteradas marchas de protesta- se había atado a las muñecas como símbolo de rechazo al cautiverio del sargento.
La liberación de Moncayo fue el último paso de un proceso que se inició el domingo, con la entrega del soldado Josué Calvo, que pasó casi un año en poder de la organización guerrillera.
El operativo, previsto originalmente para la mañana, debió ser demorado -y hasta estuvo a punto de ser suspendido- por las malas condiciones climáticas y, según explicó Córdoba, porque, por temor a un ataque militar, las FARC no entregaron a Moncayo en el sitio indicado sino que obligaron a la misión a trasladarse a otro punto de la selva.
Antes de que el helicóptero volara de regreso, el canal multiestatal Telesur mostró las primeras imágenes del soldado, vestido con ropas y gorra camufladas y mostrándole una mascota a la senadora Córdoba.
Esa divulgación molestó al gobierno de Colombia, que, a través del alto comisionado para la Paz, Frank Pearl, se quejó del hecho.
”Esto no es un circo“, advirtió, y reclamó que la comisión humanitaria explique por qué permitió esa grabación.
Al regreso de la misión, sobre la pista del aeropuerto de Florencia, tanto Córdoba como Gómez afirmaron que no vieron cámaras en el lugar y que no se habían dado cuenta de que alguien hubiera tomado imágenes de la entrega del rehén.
El sargento era uno de los secuestrados en la toma de la base militar de Patascoy, donde funcionaba la estación de Comunicaciones, ocurrida el 21 de diciembre de 1997, por lo que pasó 4.479 días en poder de la mayor organización insurgente de Colombia.
Aquel ataque duró unos 15 minutos y 22 soldados -de los 250 del Batallón de Infatería de Boyacá que estaba en el lugar- murieron ahí mismo y otros 18 fueron secuestrados. Uno de ellos, el sargento Libio José Martínez, sigue en poder de las FARC, por lo que, libre Moncayo, es ahora el secuestrado más antiguo.
Durante la espera en el aeropuerto, la familia Moncayo dio a conocer un comunicado en el que expresó su agradecimiento ”a las miles de personas para que la libertad de Pablo Emilio y de Josué Daniel Calvo se lograra“, y manifestaron su solidaridad ”con todos los secuestrados de hoy y para las personas que no conocen ni un solo día de paz para que al fin la conozcan“.
El año pasado, en abril, las FARC habían anunciado las dos liberaciones unilaterales, pero sucesivas demoras en acordar el operativo hicieron que en septiembre la organización guerrillera difundiera un video en el que Moncayo se dirigía al presidente Alvaro Uribe para pedirle que permitiera el rescate.
El padre de Mocayo remarcó hoy que la liberación de su hijo constituía ”el amanecer de la esperanza, de las ilusiones y de los sueños“, y resaltó, en declaraciones a la radio Caracol, ”la alegría que embarga a la familia colombiana por el regreso de un ser querido“.
En aquel anuncio de abril de 2009, las FARC también adelantaron la entrega de los restos del mayor de policía Julián Guevara, muerto en cautiverio, pero esta semana anunciaron que postergaban ese paso porque había operativos militares en la zona en la que está el cuerpo.
Sobre el punto, el jefe de la delegación del CICR en Colombia, Christophe Beney, se manifestó ”convencido“ de que la demora en la entrega de esos restos era ”una cuestión logística“, y que por eso podría darse ”en los próximos días o semanas“.
Fuente: Télam