La última batalla de una guerra inconclusa por la soberanía de nuestros espacios geográficos irredentos. Hoy, sus veteranos, no vencidos y con su orgullo intacto por el deber militar cumplido, honran en todo el país a los 649 héroes caídos.
El viernes 26 de marzo amaneció luminoso, han transcurrido 28 años de ese mismo día de 1982, en el que sólo un puñado de hombres, elegidos por la historia, se enteraban por primera vez, que la recuperación de nuestras islas Malvinas estaba en marcha.
Me levanté temprano, apuré el desayuno y me dirigí resuelto a la Base Naval Mar del Plata. Ese día viajábamos a la ciudad de Balcarce para hacer entrega de un Pabellón Nacional a una Escuela. Quería recorrer sus instalaciones con la intención misma de caminar en la historia. Recorrer la plaza de armas, desde el edificio de la Agrupación de Buzos Tácticos (APBT) hacia el del actual Comando de la Fuerza de Submarinos, en ese lugar en 1982, se encontraba el asiento de la Agrupación de Comandos Anfibios (APCA), desde allí dirigirme a la dársena de submarinos. Lugares que me son comunes, que recorro a diario, pero este viernes me resultaban totalmente diferentes. Tenía tiempo, eran parte de las páginas de un libro de historia reciente, el escenario mismo, no la foto fría que a veces lo ilustra, quería aprovechar ese tiempo.
Por esos días (1982), el comandante de la Agrupación de Buzos Tácticos (APBT), era el capitán de corbeta Alfredo R. Cufré, y el Comandante de la Agrupación de Comandos Anfibios (APCA), era el capitán de corbeta (IM) Guillermo Sánchez Sabarots. Aquel 26 de marzo, acababan de llegar ambos, de la Base Naval de Puerto Belgrano.
Una llamada telefónica del capitán Cufré requirió “Alistar la unidad (APBT) para una operación inmediata” y le ordenó al teniente de fragata (BT) Diego Fernando García Quiroga, presentarse a la Agrupación de Comandos Anfibios (APCA) y ponerse a las órdenes de su comandante, el capitán Sánchez Sabarots.
En esa plaza de Armas, que hoy lleva el nombre de “Submarino Santa Fe”, aun puede escucharse el relato del propio García Quiroga: “... - Me dirigí entonces al aula de la Agrupación de Comandos Anfibios convertida en sala de situación, el capitán Sánchez Sabarots me dijo entonces que yo, junto con otros 7 Buzos Tácticos que ya había elegido, íbamos a integrar una patrulla mixta de Buzos Tácticos y Comandos Anfibios cuyo jefe sería el capitán de corbeta (IM) Pedro Giachino, a quien yo conocía. Esta Patrulla actuaría a sus órdenes en el desembarco a realizarse en las Islas Malvinas, desde el destructor ARA ”Santísima Trinidad“. Mi comandante (capitán Cufré), me explicó luego que la operación consistiría en tomar Puerto Stanley, lo que prima facie era tarea clásica de los Comandos Anfibios (combate en localidades), mientras que los Buzos Tácticos marcaríamos, limpiaríamos, y aseguraríamos la playa para el desembarco principal, operando desde un submarino. Esta sí era la típica misión de los Buzos Tácticos y él junto a otros doce hombres de la Agrupación, embarcarían el día 27 en el Submarino ARA ”Santa Fe“ con rumbo a las islas Malvinas.”
Me encontraba tratando de hilvanar estos relatos y los hechos posteriores, con el fin de realizar esta nota, cuando tres figuras conocidas se me acercaron, eran, el suboficial principal (RE) Manuel Fernández, integrante de la dotación del submarino “Santa Fe”, junto a los suboficiales mayores (BT) Gregorio Cardozo y Antonio Rivero, quienes desembarcaron desde ese submarino el día 2 de Abril para marcar y limpiar las playas para el desembarco principal junto a su comandante, el Capitán Alfredo Cufré. Caminaban en silencio, venían precisamente de la dársena de submarinos.
De estos hombres y su acción de marcar las playas, diría luego el propio Almirante Busser: “... - Desde mi vehículo anfibio, lanzado desde el BDT ARA ”Cabo San Antonio“, poco a poco comenzamos a distinguir la playa y una luz en ella. Los Buzos Tácticos nos estaban marcando el lugar correcto. Mi vehículo pasó muy cerca del hombre que tendido en la playa sostenía la señal luminosa. Se lo distinguía apenas, pues había muy poca claridad. Sentí mucho orgullo y una profunda ternura al verlo. Mientras lo sobrepasábamos lo seguí mirando mientras otros vehículos se aproximaban.”
Al detectar actividad de defensa británica, cambiaron las playas previstas, su acción subrepticia, sin ser siquiera vistos por el enemigo, salvó ese día un gran número de vidas argentinas.
Junto con los suboficiales que se habían sumado a mi recorrido, nos dirigimos a la Agrupación de Buzos Tácticos. En el pasillo principal de entrada, sobre la pared derecha, sobre la bandera británica del Faro San Felipe, trofeo de guerra de aquella recuperación heroica, se encuentra la navaja “Victorinox” que le salvó la vida al teniente García Quiroga al detener una bala de 9 mm que le podía haber cortado la arteria femoral. “- Esto te muestra que el enemigo no te mata solo si Dios no quiere.” No distinguí cual de mis amigos había pronunciado la frase. No hacía falta preguntar, la frase en sí misma resumía lo que es la guerra, lo que es un combate... la diferencia entre volver, o quedarte, entre García Quiroga, el cabo Urbina y el propio capitán Giachino... sólo como Dios lo Dispone. Todos estos hombres eran jóvenes, habían puesto por igual, profesionalismo, valor y coraje, en apenas 74 días de acción 649 de ellos no volverían jamás. Dios lo había querido así. Ellos son los únicos Héroes a los que hoy rendimos este silencioso y personal tributo.
Se sumarían a nosotros, en este paseo por los recuerdos y la historia, el suboficial mayor Edgardo Acosta, de la dotación de la corbeta “Guerrico”, veterano de aquel combate del 3 de Abril en la bahía de Grytviken, en el que cayó un valiente Salteño, el cabo Huanca, aferrado a su posición en el cañón 40/60 de popa. Junto a él venían el suboficial principal Alejandro Aballay, superviviente del Crucero ARA “General Belgrano”, el suboficial segundo Hugo Alberto Gorosito, último náufrago rescatado con vida del Crucero ARA “General Belgrano” y el Suboficial Principal, Marcelo Gramacioli, uno de los camaradas que lo rescató desde la cubierta del Destructor ARA “Piedra Buena”
Ninguno de estos hombres había coordinado previamente este momento. Este viernes vinimos sólo motivados por una necesidad interior. La mía, la de repasar esta historia, la de ellos... conociéndolos y contando con el privilegio de su amistad... la de estar a solas, con sus profundos silencios, con sus recuerdos, junto a aquellos camaradas, los que quedaron, los que no volvieron... Lejos de homenajes, de reclamos y de quejas, con el orgullo intacto de ser soldados, de haber cumplido y fundamentalmente de seguir cumpliendo, de seguir siendo Marinos Argentinos.
Oscar Filippi
Corresponsal Naval