Intencionalidad, error o simplemente descuido, tres posibilidades que individual o separadamente con seguridad han posibilitado que la Dirección de Gestión de Personal Herido y Fallecido del Ministerio de Justicia y Seguridad de la Provincia de Buenos Aires quede bajo la responsabilidad de un funcionario político profesional en ciencias veterinarias.

Mucha semejanza con una burla o hasta un insulto verdaderamente grave hacia nuestros mártires que por miles sufren las consecuencias de mutilaciones y graves heridas recibidas como consecuencia del cumplimiento del servicio constituye el hecho de que sus trámites sean atendidos en última instancia por quién se ha capacitado en la atención de animales, salvo que pueda llegar a considerarse que ese es el nivel de tratamiento que debe de darse a los policías.

Salvando la posibilidad de que ese puesto pudiera ser ocupado por algún camarada retirado que incluso podría surgir de las mismas listas de incapacitados para el servicio por ese tipo de lesiones y que por lógica comprendería mejor que nadie cuales son las necesidades y problemas que debe afrontar el trabajador policial que se encuentra en esa situación, esta designación no deja de resultar llamativa ya que el funcionario designado Dr. (Veterinario) Juan Carlos Reina, ex intendente de la ciudad de Bolívar fue seriamente cuestionado por profesionales de la salud cada vez que en su distrito se le ocurrió opinar sobre ese tema.

De la misma manera no puede dejar de conocerse la notoria antipatía para con la policía de la que Reina ha hecho gala durante su gestión municipal, por seguidor de la doctrina Arslaniana de que el enemigo es el policía, para pensar de que en la actual función pueda mirar por el bien de nuestros compañeros heridos y los familiares de los fallecidos.

Llegado el caso de que el Dr. Reina, no fuera deseoso de seguir ganándose la vida inseminando vacas o vacunando perros falderos y se encontrare en la necesidad de seguir percibiendo un sueldo del estado, lo que para nada resulta criticable si sus méritos de militancia o amistad resultan suficientes, sobrados son los casos de ejemplos que confirman que un “ñoqui” más o menos en la administración pública no llama de la atención de nadie, pero justamente con esa profesión ocuparse de los policías heridos no digan que no se presta al pensamiento jocoso, si no fuera por lo triste.

Si cabe la pregunta sobre el motivo por el cual un veterinario ha sido nombrado con cargo político donde no hay otra cosa que dolor, impotencia y sufrimiento de todo tipo en grandes cantidades ignorados por el común de los particulares ajenos a la institución y el trabajo policial sencillamente no se me ocurre explicación alguna, pero sí de lo que estoy seguro es esta medida no se ha tomado teniendo en cuenta la delicadeza con que debería atenderse el tema y que indudablemente resulta extremadamente ofensiva para nuestros miles de compañeros y sus familiares que llevan a cuesta la cruz de haber ofrecido a la sociedad su voluntad de servicio, sino que en la misma también empeñaron su salud o entregaron la vida.
La opinión vertida en este espacio no siempre coincide con el pensamiento de la Dirección General.