Llega diciembre y parece que todo cambia, es como un renacer de esperanzas, anclado en el ADN de los marplatenses; cada inicio de temporada nos carga de ilusiones y de metas. El pequeño comerciante espera poder hacer esa diferencia en la cantidad de ventas que le permita pasar un mejor invierno, y hasta tal vez reinvertir en su negocio.

El trabajador espera que, si le va bien al patrón, puedan aumentarle el sueldo, y en el peor de los casos, ponerlo en “blanco”, obteniendo así los beneficios de ser un efectivo por ley.

Esa pequeña y mediana economía es la que urge en ilusiones, pero, lamentablemente, la que cada día está más golpeada por un modelo económico local, que, emulando el nacional, y en muchos casos siendo más cruel, termina aplastando al pequeño y mediano comerciante atado al devenir del trabajador marplatense que cada vez sufre una peor suerte. Un modelo que beneficia a los pulpos de todas las ramas de la economía con negociados y haciendo la vista gorda, fundamentalmente a la hora de hablar de la sobreexplotación del trabajador y de la irregularidad de los mismos…

Los datos finales de 2010 respecto a trabajo no registrado son alarmantes.

Solo en las actividades vinculadas al puerto se obtuvo un 87% de trabajo en negro, según datos de la delegación local del Ministerio de Trabajo de la Nación. Eso sí, la Municipalidad le condonó a las cámaras empresariales el año pasado una deuda de cuarenta millones de pesos, y en 2008 el gobierno nacional le obsequió a esa mismas cámaras noventa millones de dólares en préstamos por la crisis, justamente para contener a los trabajadores. Tampoco hay que olvidarse del buen momento que está atravesando el sector que, habiendo exportado en toneladas un 12,6% menos que en 2009, obtuvo un 14,1% de aumento interanual de ingresos en dólares por el crecimiento de los precios internacionales del pescado, en particular de los crustáceos, lo que dio como resultado un saqueo de 47.100 toneladas: un 30,9% más que en 2009 en esta especie, recurso que puede desaparecer si se sigue con esta depredación.

Pero no sólo la tradicional tragedia laboral del puerto es la que corona a Mar del Plata. Los datos de la agricultura emplazada principalmente en el cinturón frutihortícola llegan al escandaloso número de 88,6% de trabajo no registrado, actividad solventada principalmente por trabajadores de procedencia boliviana que ya ha acumulado cuantiosas denuncias por trabajo esclavo.

La construcción, que en Mar del Plata durante 2010 alcanzó un volumen de 220.000 m2, de los cuales el 20% representan edificios de vivienda “PREMIUM”, tiene en sus fauces un 33,8% de trabajadores en negro.

La industria textil, que a nivel nacional registró un 14,6% de crecimiento durante 2010, en Mar del Plata (una de las principales localidades donde se desarrolla) emplea a un 15% de sus trabajadores en negro.

Pero también las actividades de “temporada” tienen sus “agujeros negros”: a la hora de computar el empleo no registrado, la hotelería marplatense ocupa un 13% de sus trabajadores en negro, y un 34,84% de quienes trabajan en restaurantes no están registrados.

Solo en estas seis actividades, que representan los sectores económicos más pujantes de la ciudad, se registra, en promedio, un 45,37% de trabajo en negro.

El dato es más que bochornoso en términos de dignidad laboral y justicia social. Pero el bochorno se convierte en complicidad estatal cuando nos preguntamos, por ejemplo: ¿Quién está pagando la atención médica a estos miles de marplatenses cuyos empleadores no aportan ni para una jubilación ni para la obra social?

Es el municipio, con el sistema primario de salud que recae sobre las arcas a las que aportamos todos los marplatenses para terminar subvencionando a los empresarios más exitosos de la economía local.

Debería tomar nota el Ing. Horacio Tettamanti cuando sale a festejar públicamente con los números del crecimiento económico de estas actividades (fundamentalmente por ser él un empresario del puerto), y también su par de la Secretaría de Salud, el Dr. Alejandro Ferro, quien se jacta de haber conseguido dádivas del Ejecutivo, para tratar de contener un sistema de salud cada vez más colapsado por miles de trabajadores que no tienen obra social.

ACLARACIÓN: La opinión vertida en este espacio no siempre coincide con el pensamiento de la Dirección General.