En el día de la Asunción de la Santísima Virgen, el Obispo de Mar del Plata, Monseñor Antonio Marino, presidió la misa en la parroquia de la ciudad que lleva dicho nombre. Gran cantidad de fieles colmaron el templo ubicado en Santa Fe 2957 y vivieron con alegría y fervor esta solemnidad dedicada a la Virgen María. Al finalizar, el Obispo bendijo los nuevos y modernos salones parroquiales.
A las 15 comenzó la procesión que, con cantos, oraciones y banderas celestes y blancas, recorrió las calles cercanas al Hospital Materno Infantil, como una forma de llevar la imagen de la Virgen María a las familias que están en el nosocomio y también a los vecinos del barrio. Posteriormente cerca de las 16 se inició la misa, presidida por el Obispo y concelebrada por el Vicario general, Monseñor Armando Ledesma; el párroco, Presbítero Marcelo Panebianco y algunos otros sacerdotes de la diócesis que se hicieron presentes.
“La Asunción (de la Santísima Virgen María) aparece como corona de todos los otros signos de predilección con que el amor del Padre quiso colmarla, como a su hija predilecta. Estos giran en torno a su misión de Madre de aquel que es Dios y Redentor del género humano”, expresó el Obispo durante su homilía y añadió más adelante, “todos sus privilegios de gracia constituyen, en última instancia, la expresión de su privilegio fundamental: ella es la mujer asociada, a título de Madre y como nueva Eva, a la obra redentora de su Hijo, con quien estará íntimamente vinculada en plena disponibilidad de alma y cuerpo”.
“Debemos convertirnos en Iglesia misionera”
Más adelante Monseñor Marino señaló la importancia de celebrar las fiestas patronales que implica, “la voluntad de renovarnos en nuestra capacidad para llevar a otros la riqueza que tenemos: Jesucristo, Camino, Verdad y Vida para todos los hombres. Hoy no basta atender cordialmente a los fieles que se acercan. Es preciso, además, tomar iniciativas por las cuales procuremos llegar a quienes no se han encontrado aún con el Hijo de la Virgen. Pensamos en aquellos cuya fe se fue enfriando, o bien, en quienes sobrellevan el peso de la vida en sus variadas formas. Debemos convertirnos en Iglesia misionera”.
“Nosotros no podemos separar el culto a Dios del compromiso por un mundo nuevo, más conforme con su voluntad, más digno del hombre y de Dios. No podemos cantar nuestro entusiasmo y nuestra alabanza a la Virgen gloriosa, si nos desentendemos del cuidado fraterno y solidario de cada uno de sus hijos” remarcó el Obispo y concluyó, “en nuestros días la misión apostólica de la Iglesia asume la responsabilidad de remar en sentido contrario a las modas culturales del momento”.
Al finalizar la eucaristía, el párroco Marcelo Panebianco; agradeció al Obispo su presencia en las fiestas patronales e invitó a todos los presentes a participar de la bendición de los nuevos salones parroquiales que se realizó minutos más tarde. Panebianco se mostró muy agradecido por la colaboración de muchas personas para hacer realidad el proyecto de las nuevas instalaciones y recordó a todos los fieles que el año entrante la parroquia cumplirá setenta años.