El obispo de Mar del Plata, monseñor Antonio Marino, explicó que la “perspectiva de género” es “un sistema ideológico por el cual se concibe que el ser humano nace sexualmente neutro y luego es socializado como hombre o mujer según estereotipos culturales. La propuesta consiste en ‘de-construir’ dichos estereotipos a fin de que cada niño, que biológicamente puede ser varón o mujer, pueda ‘construir’ su propia sexualidad”.
“En otras palabras, queda totalmente desvinculado el ‘sexo’ en cuanto anatomía respecto del ‘género’ en cuanto orientación sexual autoconstruida sin presiones de esos estereotipos. Varón o mujer no son una expresión ‘natural’ con fundamento genético, sino construcción cultural que es preciso liberar de los roles tradicionalmente impuestos a los sexos. Es aquí donde debemos buscar la verdadera ‘naturaleza’ de cualquier individuo” indicó en un artículo publicado en el diario La Capital, de Mar del Plata.
El prelado advirtió que “esta ideología es afirmada e impuesta con activa propaganda y programación de organismos estatales. Se expresa, por ejemplo en la revista editada por el Ministerio de Educación de la Nación: ‘Educación sexual integral. Para charlar en familia”, de distribución masiva y con pretensión de obligatoria. Se expresa también en el ‘Plan para incorporar la perspectiva de género en la Justicia’, impulsado por la ‘Oficina de la Mujer’, que depende directamente de la jueza Carmen Argibay”.
Asimismo, destacó la actitud de la jueza correntina María Eugenia Sierra de Desimoni, quien “acaba de plantear objeción de conciencia ante la exigencia de asistir a los Talleres para Magistrados, como parte del adoctrinamiento previsto en dicho Plan”.
Ley natural, libertad de conciencia
Monseñor Marino consideró que “debemos distinguir entre la condición histórica del hombre, que cambia sin cesar, y su misma naturaleza que permanece inmutable. En otras palabras, reconocer la condición histórica de la vida del hombre no equivale a hablar de una historicidad de su naturaleza. En este caso, el hombre sería siempre resultado de su propio proyecto. La naturaleza tendría el significado que el hombre le daría en forma autónoma. De este modo también, variarían siempre las normas morales, lo bueno y lo malo.
“Pero vemos que en el universo las leyes físicas o biológicas no son resultado de cambios históricos, introducidos por el hombre. El hombre progresa en el conocimiento de esas leyes, y este mayor conocimiento le sirve para perfeccionar sus recursos técnicos y así resolver diversos problemas. Este progreso técnico, no obstante, ni cambia las leyes físicas o biológicas, ni lo exime de respetar las leyes morales. El cuerpo humano está diseñado en previsión de determinado tipo de uniones y no de otras. Tiene un sentido esponsal. Y si en una sociedad se generaliza un cambio en la conducta moral fundada en la ley natural, eso no significa que no exista una ley natural inmutable, sino que esa sociedad ha entrado en fase de oscurecimiento moral”, señaló.
“Todo hombre tiene el derecho y el deber de actuar según su conciencia y con plena libertad en sus decisiones morales. Esto hace a su dignidad. Por eso, todo adoctrinamiento estatal obligatorio en este ámbito, resulta un intolerable atropello a la libertad de conciencia”, agregó.
Por último, monseñor Marino afirmó que “la conciencia, desde donde surgen los juicios morales, se va educando y formando a lo largo del tiempo. Se trata de una tarea de toda la vida. Los seres humanos estamos sometidos a muchas influencias negativas del ambiente y de la propaganda, y al mismo tiempo nos sentimos tironeados por nuestro desorden interno; por eso mismo, corremos el riesgo de identificar nuestros sentimientos subjetivos con la verdad de las cosas. La moral cristiana no es un camino de opresión sino de libertad. Pero la libertad interior es una noble meta a la cual se llega por un camino estrecho”.