El electo presidente de la Conferencia Episcopal Argentina y arzobispo de Santa Fe, José María Arancedo, afirmó que sostuvo con la presidenta una “larga charla, muy distendida” en la que pudo dialogar con mucha libertad.
El actual presidente de la Conferencia Episcopal Argentina consideró hoy que la opinión de la Iglesia no responde a “una óptica político-partidaria opositora u oficialista”.
Además, el reemplazante de Jorge Bergoglio al frente de la Iglesia argentina reivindicó su postura “dialoguista” y remarcó que el encuentro con la presidenta Cristina Kirchner fue “muy útil para las relaciones con el Gobierno”.
Arancedo fue electo el pasado martes como nuevo presidente de la CEA, el máximo órgano eclesiástico en la Argentina, y tiene como principal premisa recomponer la relación con el Gobierno nacional, que en los últimos cinco años, pasó de cordial a tirante.
En una entrevista difundida por el equipo de prensa de la CEA, el arzobispo de Santa Fe, de 71 años, detalló la reunión que el jueves por la tarde mantuvieron con la presidenta y parte de su Gabinete en la Casa Rosada.
“Fue muy cordial. Lo agradecemos porque a las pocas horas que pedimos la reunión ella inmediatamente nos dio la audiencia y estuvimos 45 minutos o más. Larga la charla, muy distendida ella, también nosotros, conversamos con mucha libertad. Fue un encuentro cordial y muy útil para las relaciones entre la Iglesia y el Gobierno”, afirmó.
Arancedo dijo que durante la conversación hablaron “de la vida, del matrimonio, de la familia, de la pobreza, de la educación, de la cultura”, entre otros temas, por lo que confirmó tácitamente lo que había anunciado Noticias Argentinas, la ratificación de la postura de Cristina Kirchner sobre el aborto.
“Ustedes saben lo que pienso sobre ese tema”, sostuvo la jefa de Estado ante la Mesa Ejecutiva de la CEA luego de que los huéspedes mencionaran su posición en “defensa de la vida”, una manera de definir su doctrina antiabortista.
Junto a Arancedo estuvieron el vicepresidente primero de la CEA, arzobispo de Neuquén, Virginio Bressanelli; su par de Salta y vice segundo, Mario Cargnello; y el secretario general, Enrique Eguía Seguí, quien fue reelecto, mientras que también se calzaron el rol de anfitriones el jefe de gabinete, Aníbal Fernández; el canciller Héctor Timerman, y el secretario de Culto, Guillermo Oliveri.
“Hablamos de todo. Le dijimos “somos pastores”, por lo tanto, los temas que tocamos no son desde una óptica político-partidaria opositora u oficialista sino desde nosotros, como pastores, con fidelidad al Evangelio y al servicio del hombre”, le aclaró Arancedo a los representantes del Gobierno nacional.
En ese sentido, consideró que “la relación de la Iglesia y el Gobierno tiene que moverse en esa sana autonomía y también cooperación en el bien común y al servicio del hombre”.
“Nosotros tenemos que estar cerca del pobre y no es una estrategia demagógica. Es fidelidad y si no nos ven cerca, recuérdennoslo. Hay sinceridad y libertad en lo que decimos, tenemos una relación madura, libre, responsable, en la que podemos conversar”, señaló.
Arancedo aceptó la calificación de “dialoguista” con la que la mayoría de los medios lo tildaron una vez electo al frente de la CEA, aunque aclaró que “tal vez” lo “ponderaron demasiado”.
“Creo que soy dialoguista. Tengo algunos días en los que quizás no dialogo tanto. Algunos me dicen “usted escucha todo pero después hace lo que quiere”. Somos obispos que nacimos con el Concilio en el marco de la Iglesia-mundo como misión propia de la Iglesia. Existe para evangelizar, por lo tanto, su relación con el mundo es clave y ahí el diálogo aparece como un elemento importante”, afirmó.
Hincha de Racing de Avellaneda, a quien escucha “por radio”, “Toté” -apodo que le quedó de familia por una hermana que pronunciaba mal su nombre- afirmó que también trabajará en la “unidad” de la Iglesia.
Arancedo es representante del sector moderado, al que también pertenece Bergoglio, grupo que ostentó el dominio de la Mesa Ejecutiva por sobre los “conservadores”, agrupados por el arzobispo de La Plata Héctor Aguer y el enviado de El Vaticano a la Argentina, el nuncio Adriano Bernardini.
“La unidad es un tema teológico, profundo, eclesial, que me ha movido mucho siempre. En esa línea pensé trabajar y también en el tema misionero con la conciencia de que permanentemente tenemos que dar el Evangelio”, indicó