El Obispo de Mar del Plata, presidió su primera celebración del 2012. En toda la Iglesia Católica esta misa se reza en honor a Santa María Madre de Dios y también es la Jornada Mundial por la Paz en la que el Santo Padre dedica un mensaje a todos los fieles y personas de buena voluntad
“Iniciamos el año, centrando nuestra atención en tres realidades distintas y conectadas entre sí. Ante todo miramos a la Madre de Jesús en su título más glorioso, madre de Dios. También nos adherimos a la Jornada mundial por la Paz, y por último ponemos el nuevo año bajo la mirada providente misericordiosa de Dios” inició diciendo el Obispo en su homilía ante los numerosos fieles que colmaron la Iglesia Catedral.
Sobre la Jornada Mundial por la Paz, Monseñor Marino retomó parte del mensaje del Papa Benedicto XVI en este 2012, pero en principio explicó “este año el Santo Padre, Benedicto XVI ha centrado su mensaje en una perspectiva educativa: educar a los jóvenes en la justicia y la paz. El Papa está convencido que ellos con su entusiasmo y su impulso, pueden ofrecer al mundo una nueva esperanza. Pero hablar de los jóvenes, implica también dirigirse a los padres, la familia, y a todos los estamentos educativos y formativos, a los responsables de los distintos ámbitos de la vida religiosa, social, política económica, cultural y de la comunicación”.
“La Iglesia quiere avivar en la sociedad la conciencia de que debemos transmitir a los jóvenes el aprecio por el valor positivo de la vida suscitando en ellos el deseo del servicio en el bien. Este es un deber en el que todos estamos comprometidos en primera persona. Al enumerar los ámbitos en los que debe realizarse la educación, el Papa menciona en primer lugar, la familia, vivimos en un mundo donde la familia se ve amenazada y a veces destrozada. Hoy día es preciso defender el derecho de las familias, a que sus hijos puedan tener un camino formativo que no contraste con su consciencia y principios religiosos” remarcó el prelado citando las palabras de Benedicto XVI.
“También los jóvenes han de tener el valor, de vivir ellos mismos los que piden a quienes están en su entorno. Les corresponde una gran responsabilidad que tenga la fuerza de usar bien y conscientemente la libertad. También ellos son responsables de la propia educación y formación en la justicia y la paz” dijo el Obispo.
Un nuevo año que comienza
Monseñor Marino señaló haciendo referencia al año que comienza, “iniciamos un nuevo año e intercambiamos deseos de felicidad. También la mesa familiar contribuye a la alegría y a la esperanza. Sabemos sin embargo que mirando alrededor y a veces en las propias familias se viven circunstancias muy dolorosas que nos hacen perder el ánimo. Por tanto, ¿en qué consiste la felicidad que deseamos y la paz que damos y recibimos? Para los cristianos nuestra paz es Cristo y nuestra felicidad consiste en abrirnos confiadamente a la voluntad de Dios que se expresa en los acontecimientos ordinarios de la vida, porque como en la naturaleza nos encontramos con la noche y el día, la lluvia y el tiempo despejado; así también en nosotros se alterna el sufrimiento prolongado e inconsolable con las pequeñas alegrías cotidianas que es preciso conocer y madurar. Como dice San Pablo, sabemos que Dios dispone de todas las cosas para el bien del los que los aman”.
Finalmente el Obispo exhortó y deseó, “en épocas de oscurecimiento de la verdad y del eclipse de Dios en la cultura; dejémonos llenar de la fuerza de la esperanza, para seguir luchando mientras que invocamos en medio de las pruebas a aquella que nos trajo al Salvador, Santa María Madre de Dios. A todos les deseo un muy buen año, nos toca a nosotros hacer lo bueno, con la ayuda invalorable de la gracia de Dios uno y trino, en cuyo nombre los bendigo”