Simon Winchester, periodista y escritor británico-estadounidense que reside en Estados Unidos, publicó en el periódico londinense The Times, una columna de opinión en la que expresa que el Reino Unido debería “repetir el éxito de la entrega de Hong Kong” y prepararse “para darle las Islas Malvinas a Argentina”.
Winchester asegura que si Gran Bretaña se decide por una solución militar, con sus “fuerzas considerablemente disminuidas, probablemente perderíamos”.
El periodista que también escribe en The Guardian, recuerda Gran Bretaña mantiene actualmente “dos problemas postcoloniales verdaderamente contenciosos”: Gibraltar, en Europa, y las Malvinas, en el Atlántico Sur.
En el caso del reclamo argentino -añade- “se están haciendo declaraciones en las asambleas nacionales, se están dando discursos belicosos, se están desempolvando viejos planes de invasión y se están reconsiderando reacciones de defensa navales a larga distancia”.
Para el periodista, quien es autor de más de una docena de libros de no ficción y de una novela, “el petróleo es una respuesta, el pescado es otra, así como el orgullo nacional, considerado oficialmente ´en riesgo´ otra vez, tanto en Londres como en Buenos Aires”.
“Si el tiempo se acelera, podríamos ver hablar de 1982 otra vez” y “lo que es actualmente un problema podría convertirse luego en una crisis” en la que después de tres décadas “la valiosa sangre podría derramarse una vez más”. Y a continuación recuerda una frase de Borges, quien en su momento definió el conflicto como “dos hombres calvos luchando por un peine”.
En 1982, Winchester fue enviado por el Sunday Times a cubrir la invasión británica a las Islas Malvinas. Sospechoso de ser un espía, fue retenido por el ejército argentino en Tierra del Fuego durante tres meses.
Para él no existen dudas: “Otra guerra sería inútil.
Seguramente haría que la última haya sido casi totalmente inútil. Y si los británicos nos molestamos en pelearla con nuestras fuerzas considerablemente disminuidas, probablemente perderíamos. Esas son las crudas realidades que deben considerarse en Whitehall”.
Otro factor que influye en una supuesta salida militar es que, a diferencia de 1982, esta vez existe “un gobierno estadounidense que ha señalado que de ninguna manera vendría esta vez en nuestra ayuda, ni abierta ni secretamente”.
Por esa razón, Winchester hace una recomendación al gobierno y a los políticos británicos: “No deberíamos ser tan necios ni miopes como para intentar resolver este problema una vez más con pistolas”. Y asegura que el tema “podría resolverse, y en su totalidad, con diplomacia y sentido común”.
El columnista menciona el precedente de China, país en el que Gran Bretaña ha “confiado implícitamente desde 1997”, que “según lo acordado, cuidaría y quedaría bien con seis millones de ex ciudadanos británicos de nuestra antigua colonia en Hong Kong”.
“China más o menos ha cumplido su promesa con nosotros y con Hong Kong. Un país, dos sistemas: esta idea que suena radical y que avanzó a fines de los 80 ha funcionado desde entonces, y de forma casi impecable”, recuerda Winchester, quien en 1985, viajó a Hong Kong y fue editor de la revista de Asia-Pacífico.
En lo que respecta al petróleo y la pesca -los asuntos que realmente preocupan a las tres partes- el escritor considera que “se podría convenir una solución negociada” entre “Londres, Buenos Aires y Puerto Stanley”, en la que cada uno “recibiría un tercio de los ingresos, y las proporciones cambiarían a medida que van pasando los años”.
“Los problemas pueden comenzar en esos detalles financieros: las conversaciones podrían tardar años”, asegura, “pero hablar es mucho mejor que pelear”, sobre todo si se permite que “una bandera argentina azul ondee sobre la casa de Gobierno de Stanley”.