Una verdadera fiesta de fe se vivió el sábado por la tarde en la Gruta de Lourdes. Miles de fieles se acercaron, como todos los años, a venerar a la Virgen de Lourdes que en esta celebración especial ingresa a la gruta en carruaje adornado de cientos de flores.
Luego de la misa, la Virgen es llevada en andas para recorrer junto a la multitud las calles del Puerto marplatense. La misa central fue presidida por el Obispo de Mar del Plata, Monseñor Antonio Marino, en su primera vez participando de esta fiesta como tal, y fue concelebrada por decenas de sacerdotes.
“La contemplación de esta muchedumbre entusiasta y devota, concentrada en este lugar santo, me llena el alma de alegría y consuelo espiritual. Al escuchar hoy estas palabras de la Virgen, sentimos que nos comprometen: Hagan todo lo que Él les diga, equivale a una integridad en nuestra respuesta. Todo. No lo que nos gusta o lo que nos parece según la moda y el sentir del mundo de hoy”. Inició diciendo en su homilía el Obispo.
Luego, añadió, “ella nos instruye con su ejemplo más que con sus palabras, porque fue siempre dócil a la voluntad divina. Ella nos ayuda con su intercesión, porque como hizo en aquellas bodas, ella sigue intercediendo por nosotros, al presentar ante su Hijo las necesidades de los hombres”; de esta manera Monseñor Marino hizo referencia a los cientos de fieles que en ocasiones se presentan también a pedir por una intención especial en esta gruta.
Por último, ante los miles de fieles que estuvieron en la gruta el Obispo pidió “que la intercesión de nuestra Madre, a quien hoy honramos en su advocación de Nuestra Señora de Lourdes, nos alcance las gracias que con fe le confiamos. En primer lugar, pedimos hoy por los enfermos que anhelan la salud y se han encomendado a nuestras oraciones. También rogamos, en esta semana vocacional, por el aumento de vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Y que a todos nos conceda, con el poder de su intercesión, un crecimiento en nuestra vida de fe y una conciencia más viva de las exigencias de nuestra condición de discípulos y misioneros de su Hijo Jesucristo”.
Al terminar la Santa Misa, todos los fieles se ubicaron para la procesión. Primero la cruz, los seminaristas, los miembros de la armada que participaron de la celebración y otra autoridades; luego los niños y sus mamás que los habían caracterizado como angelitos, luego los sacerdotes, el Obispo, Monseñor Marino; y luego la imagen de la Virgen que es iluminada y está suntuosamente adornada. Durante el camino los vecinos, se suman a este paso de Nuestra Señora de Lourdes con distintas manifestaciones, arrojando globos, saludando con sus pañuelos, o simplemente asomándose; muchos quieren saludar a la Madre a la que suelen acudir ante sus intenciones. La procesión arribó nuevamente a la Gruta donde el Obispo realizó la bendición con el Santísimo Sacramento y luego todos dieron el “Adiós a la Virgen”