Pese a que los liberales, socios minoritarios del gobierno, están en contra, y a que Merkel podría vetarla, la iniciativa se instaló en el debate político alemán y se convirtió en otro reflejo del desafío que supone para la eurozona enfrentar la crisis con una población cada vez más envejecida.
La propuesta plantea pedir a los ciudadanos sin hijos una mayor contribución, con el fin de crear una caja de ahorro para hacer frente a los crecientes costos de seguridad social que implica el progresivo envejecimiento de la población. A su vez, el impuesto debería servir de incentivo para revertir la tendencia demográfica negativa.
El proyecto, elaborado por Marco Wanderwitz, diputado alemán presidente de los jóvenes de la CDU en el Parlamento, es tan simple como contundente: los que no tienen hijos pagarían todo el monto del impuesto; los que tienen sólo uno pagarían la mitad, y a partir de los dos hijos no se pagaría el impuesto.
En una entrevista con La Nación, Wanderwitz, de 36 años y padre de tres hijos, explicó: “El contrato entre generaciones, financiado por contribuciones, de nuestro sistema de seguridad social, que es también uno de los puntos de fuerza de la República Federal, se basa en dos pilares: las generaciones activas pagan contribuciones para permitir que quienes ya no trabajan gocen de asistencia. A su vez, esto implica la necesidad de crear contribuyentes futuros: es decir, padres que críen hijos”.
Wanderwitz insistió en que en la actualidad hay “disparidad” entre lo que el Estado pide a las familias con y sin hijos. Quien tiene hijos incurre en costos mucho mayores y contribuye también a garantizar el futuro para los que no tienen, por lo que, según el legislador, “es inevitable y urgente establecer igualdad entre los esfuerzos que se les exigen a familias que deciden aportar algo para el futuro de nuestro país”, y los que renuncian a esta posibilidad.
Por otra parte, el diputado rechazó con fuerza las críticas que acusan a su modelo de ser “punitivo” contra quienes no tienen hijos y señaló que se trata de una cuestión pragmática: hay un problema, y es el de garantizar la seguridad social de las generaciones futuras. Para solucionarlo hace falta dinero, y “tiene que quedar claro quiénes son los que tienen que pagar”, insistió.
En la misma línea, el diputado de la CDU Jens Spahn, que al no tener hijos debería pagar el impuesto, defendió la propuesta, “en vistas del cambio demográfico actual”.
“Tenemos que ahorrar algo hoy para poder pagar el cuidado y las curas sanitarias en 20-30 años”, dijo Spahn en una entrevista con el diario Süddeutsche Zeitung. Y añadió: “Las excedencias producidas por este impuesto podrían destinarse a este propósito”.
También entre el partido “hermano” bávaro de la CDU, la Unión Social Cristiana (CSU), esta propuesta tuvo una cálida acogida. “Actualmente hay en nuestro sistema de seguridad social una disparidad de derecho entre los que tienen hijos y los que no”, señaló la ministra de Asuntos Sociales del estado federado de Baviera, Christine Haderthauer.
“Los que construyen el futuro, y tienen hijos, no tienen que ser afectados por los mismos impuestos de los que, da igual por qué razón, no lo hacen”, sentenció.
A medida que el debate creció, también Merkel se vio obligada a tomar posición: “Una división de las personas entre quienes tienen hijos y quienes no, no es adecuada al fin que perseguimos”, señaló. “Creo que tenemos que encontrar otros caminos”, añadió la canciller, que además reconoció que la preocupación por “hacer el sistema de seguridad social más sustentable es legítima”.
Por su parte, la ministra de Familia, Christina Schröder, correligionaria de Merkel, señaló que la tasa de nacimiento se puede mejorar “con incentivos y no con castigos”.
También los socios liberales del gobierno reconocieron el problema de fondo, pero criticaron el carácter punitivo de la propuesta y se dijeron contrarios a una planificación demográfica con base económica.
Entre las filas socialdemócratas, la principal fuerza opositora, se criticó “la falta de fundamento científico” de la idea, “cuya ingenuidad es difícil de superar”, según la experta en estos temas Caren Marks, que interpretó el debate como una “admisión del fracaso en el tema de las políticas familiares”.
Según Wanderwitz, sin embargo, tampoco el argumento de que hay muchas parejas que no pueden tener hijos centra el problema. “Seguramente tenemos que hacer más como sociedad para poder cumplir con los deseos de quienes quieren tener hijos”, reconoció, “pero al final queda la situación objetiva: los que no tienen hijos y no tienen que pagar por su educación, en su vejez se benefician de las contribuciones pagadas por los hijos de otros”.
Este diputado no se dejó asustar por la negativa de Merkel y señaló que “la canciller rechazó la propuesta en su formulación actual, pero reconoció el fundamento de la idea”, y es éste, según él, un incentivo para seguir luchando en esta dirección, sin interferir con la libertad de autodeterminación de los individuos: “La política no puede y no quiere prescribir a la gente con cuántos hijos tiene que vivir”.
Más allá de su factibilidad, la propuesta de Wanderwitz tuvo mucha repercusión porque enfocó un problema real de la sociedad alemana -el envejecimiento de la población-, y sus consecuencias económicas, que se distribuyen en varios niveles: por un lado, los ya mencionados aumentos en los costos sociales de la cada vez más amplia población mayor; por otro, la falta de trabajadores especializados en varios sectores de la economía debido a que el número de jubilados no se compensa con el de los nuevos llegados al mercado laboral.
Según un estudio del Instituto Alemán de Economía (DIW), a partir de 2015 el país perderá 250 mil trabajadores por año. En el mismo estudio se advirtió, además, que el descenso de la población podría traer consigo un descenso del PBI.
Frente a esta situación ya se formularon varias propuestas para contrastar la tendencia: entre ellas, la de apoyar la llegada de trabajadores calificados extranjeros, haciendo las condiciones en Alemania más atractivas, y la de facilitar la vuelta al mercado laboral de mujeres con hijos.