En el marco de las distintas actividades que se realizaron para conmemorar el 30° aniversario de la gesta de Malvinas, el Obispo de Mar del Plata, monseñor Antonio Marino realizó una invocación religiosa. Estuvieron presentes, entre otros, el intendente Gustavo Pulti; ex combatientes, y familiares de caídos en Malvinas.
Una cruz con flores rojas y pequeñas velas a su alrededor se había dispuesto en medio del comulgatorio; en el altar, un cuadro con la imagen de la Virgen abrazando a dos soldados argentinos. Al ingresar en procesión junto al Obispo y algunos sacerdotes, el Vicario General de la Diócesis, Monseñor Armando Ledesma depositó una cruz blanca, como las que se encuentran en el cementerio del archipiélago para recordar a los caídos en combate.
En su reflexión, el Obispo expresó, “celebrar este aniversario en la catedral de Mar del Plata tiene un especial significado, dado que esta ciudad tiene muchos motivos para el recuerdo de la gesta. Numerosos excombatientes se hallan aquí presentes y seguirán conservando hasta el final la memoria de lo vivido. Dan gracias a Dios por haber conservado sus vidas y recuerdan ante él a sus compañeros desaparecidos. ¿Cómo olvidar a nuestros muertos, si ellos nos han representado y defendido?”.
“Siempre será difícil el juicio moral sobre la guerra en determinadas circunstancias. Pero algunas cosas nos quedan claras” consideró el Obispo y añadió “ante todo, como cristianos y católicos, oramos por los difuntos como nos lo enseña la fe de la Iglesia. No sólo por los que murieron en el combate, sino por aquellos que sufrieron duras secuelas una vez terminado el conflicto. Oramos además por sus parientes y familiares que los seguirán llorando y añorando. Honramos también a los excombatientes, aquí presentes, y no olvidamos a los ausentes. Ellos nos ayudan a mantener en alto los ideales de recuperación de estas islas y los objetivos de nuestros justos reclamos”.
“Junto con el resto de los ciudadanos y con los gobernantes anteriores, actuales y futuros, reivindicamos nuestros derechos de soberanía sobre las islas que seguimos llamando Malvinas. Pero al mismo tiempo, reafirmamos la irrevocable decisión de elegir la vía pacífica y la negociación diplomática como medio de solución de un conflicto no cerrado. También reafirmamos nuestra voluntad de diálogo y reconocimiento de los derechos de los habitantes de esas islas, quedando a salvo nuestra soberanía”.
“Quiera el Señor de la paz, en esta Semana Santa, derribar el muro de nuestras discordias y llevarnos a encontrar soluciones honrosas para las partes. Se lo pedimos por la intercesión de la Virgen de los Dolores”, concluyó Monseñor Antonio Marino. Para finalizar la invocación religiosa las pequeñas velas a los lados de la cruz, fueron encendidas por los familiares a medida que se nombraba a los caídos en Malvinas, que pertenecían a nuestra ciudad. En el silencio del enorme templo, fue este uno de los momentos más fuertes de la celebración.