La Organización Mundial de la Salud declaró al 11 de abril como el Día Mundial de la Enfermedad de Parkinson (EP) debido a la conmemoración del nacimiento del doctor James Parkinson, médico británico que describió por primera vez la “parálisis agitante”, término que él mismo acuñó.
Para el doctor Guillermo Rossi, Jefe del Servicio de Neurología del HIGA, la EP es “un trastorno del sistema nervioso central, caracterizado por una degeneración de un tipo particular de células que se encuentran en una región de la profundidad del cerebro denominada ganglios basales, y especialmente en una parte del tronco del encéfalo llamada sustancia negra”. Y agrega: “estas células fabrican una sustancia denominada dopamina, responsable de transmitir la información para el correcto control de los movimientos. Cuando hay una marcada reducción del nivel de dopamina, las estructuras que reciben esta sustancia (receptores dopaminérgicos) localizadas en una región del cerebro llamado cuerpo estriado no son estimuladas de manera conveniente y esto se traduce en temblor, rigidez, lentitud de movimientos e inestabilidad postural, entre otros síntomas”.
La EP es una enfermedad crónica que progresa lentamente y afecta en forma diferente a los distintos individuos. “No es una enfermedad fatal”, aseguró el profesional.
A pesar de todos los avances en la neurología se desconoce la causa; si bien puede presentarse un cuadro similar asociado al uso prolongado de algunos medicamentos.
Según estadísticas ofrecidas desde el Colegio de Médicos IX Distrito, la enfermedad afecta tanto a varones como a mujeres, generalmente entre los 60 y 70 años, aunque puede aparecer a cualquier edad y se estima que 1 de cada 100 individuos mayores de 60 años padecen EP y en nuestro país se afirma que hay cerca de 80.000 pacientes con esta enfermedad.
Para el doctor Rossi el diagnóstico se basa en “la historia clínica, el examen físico neurológico y la respuesta a la medicación antiparkinsoniana, aunque en etapas tempranas puede ser confundida fácilmente con una serie de afecciones. No existen en la actualidad estudios específicos que confirmen el diagnóstico. La tomografía computada o la resonancia magnética son los usuales”.
“Cabe destacar que no es una enfermedad hereditaria en la gran mayoría de los casos. Se considera que existe susceptibilidad o predisposición genética que, asociada a un factor ambiental (virus, toxinas), serían responsables de esta enfermedad”, afirmó Rossi.
Desde el Servicio de Neurología del Hospital Interzonal General de Agudos señalaron que los síntomas más frecuentes y típicos de la EP son: el temblor de reposo, que se pone de manifiesto cuando las extremidades se encuentran relajadas, la rigidez o endurecimiento muscular, la lentitud de movimientos o bradiquinesia y la alteración de los reflejos posturales o de enderezamiento, los que nos permiten estar de pie de manera estable que determina trastornos en la marcha y pérdida del equilibrio.
Y agregaron que otras manifestaciones pueden ser: disminución del balanceo de los brazos al caminar, inexpresividad facial, disminución del volumen de la voz, trastornos para tragar, depresión o ansiedad, alteraciones del sueño, cutis graso, postura en flexión, hipotensión postural, tendencia a arrastrar los pies al caminar, dificultades para girar sobre si mismo, disminución del parpadeo, torpeza para realizar algunas tareas manuales finas, dolores en brazos y piernas, aumento de la cantidad de saliva, disminución del tamaño de la letra y trastornos en la sudoración.
Finalmente el doctor Rossi destacó que “a pesar que en la actualidad no se dispone de una cura definitiva, existe una amplia gama de posibilidades terapéuticas, médicas y quirúrgicas. Un diagnóstico y tratamiento temprano, mejoran la sintomatología, con gran impacto en la calidad de vida de los pacientes con Enfermedad de Parkinson”.