Por Gonzalo Patrone
Periodista
DNI 26.049.335
“Disculpe señorita pero con los ingleses no quiero hablar porque nos robaron las Malvinas”. Con esta respuesta de un alumno de 7 años de un colegio de Mar del Plata, lo que pretendía ser un enriquecedor programa de intercambio con alumnos de un colegio inglés se vio descontextualizado por el escenario que desde el gobierno nacional se instaló en las últimas semanas.
La exacerbación del nacionalismo a partir de algunas acciones polémicas ha generado en un sector de la sociedad que afloren sentimientos de odio y enemistad hacia sociedades como la británica o la española, producto de disputas o diferencias diplomáticas y de negocios que protagonizan sus gobiernos.
En este mundo tan globalizado donde las formas de comunicarse con cualquier rincón del mundo están al alcance de la mano con apenas un click, pretender instalar un ambiente de enfrentamiento va a contramano de lo que se pretende para un mundo que sufre permanentemente las barreras étnicas, religiosas, ideológicas y que en muchos casos sirven a gobiernos de turno para desembocar en conflictos bélicos.
Este modelo de gestión se hincha el pecho de orgullo de no seguir los lineamientos que marcaron las economías de las grandes potencias y de organismos internacionales y así evitar la crisis mundial que se observa.
Sin embargo, apeló a mecanismos que exaltan un nacionalismo de rencor y bronca a partir de un revisionismo histórico que tanto daño le ha hecho a nuestro país. Un ultra nacionalismo que se observa en países del denominado “primer mundo” del cual los argentinos hemos sido víctimas en alguna oportunidad por el mero hecho de ser “sudacas”.
Nos vanagloriamos de ser un pais de fronteras abiertas pero nuestros gobernantes pretenden “tapar” algunos aspectos oscuros o or lo menos polémicos de su gestión apelando a actitudes de provocación y ofensivas.
La causa Malvinas y nuestros soldados caidos en combate no merecían ser usados de esta forma y menos mezclarlos con nuestros deportistas, exponiéndolos ante un escenario mundial que ha repudiado esta campaña, de cara a una cita deportiva donde uno de los objetivos que pretende difundir es el de la unión y confraternización de pueblos, más allá de la burocracia política que rodea a organismos como el Comité Olímpico Internacional.
Que se gana incentivando el odio hacia un pueblo como el inglés, por decisiones que hace treinta años tomaron dos nefastos gobiernos, que encontraron en una guerra la forma de salvar su “pellejo”.
Que se gana provocando rencor hacia un pueblo como el español por malos negocios que hicieron empresas privadas y gestiones gubernamentales.
Uno apela a la responsabilidad de aquellos que pretenden marcar una agenda y una planificación para nuestro país y se demuestre una madurez a la hora de encarar temas que han dejado abierta profundas heridas y para que en el futuro nuestras próximas generaciones entiendan que las diferencias se solucionan desde el respeto y el diálogo y no encendiendo la llama de la crispación.
ACLARACIÓN: La opinión vertida en este espacio no siempre coincide con el pensamiento de la Dirección General.