El arzobispo de La Plata, Héctor Aguer, criticó la “teoría dialéctica” del kirchnerismo que alienta una “promoción insensata de la discordia”.
Monseñor Héctor Aguer, criticó hoy en forma elíptica la “teoría dialéctica” del Gobierno kirchnerista de agudizar las contradicciones y conflictos y advirtió que “nada bueno se puede esperar de la promoción insensata de la discordia”.
“Cómo puede sostenerse la cohesión social y la concordia de la vida civil, si se adopta como inspiración de los propósitos de cambio hacia una sociedad más justa una teoría dialéctica según la cual hay que agudizar las contradicciones o crearlas si no existen e identificar y destruir al enemigo”, señaló en alusión al oficialismo.
“El que siembra vientos cosecha tempestades, dice el refrán, nada bueno se puede esperar de esa promoción insensata de la discordia que soslaya las auténticas soluciones”, aseveró en un mensaje navideño difundido hoy.
Después de admitir que esas soluciones auténticas son “siempre trabajosas” estimó que “requieren otra inteligencia de la realidad y otro espíritu, una voluntad recta y generosa de dar a cada uno lo suyo, según el derecho y la caridad”.
Aguer se refirió también a los recientes saqueos a supermercados como “problemas crónicos de la sociedad argentina” y aseguró que esos hechos “pueden recibir interpretaciones diversas, opuestas o complementarias entre sí”.
El prelado platense atribuyó esas situaciones violentas a “la indiferencia e insensibilidad de los satisfechos” y también “al resentimiento de los marginados y excluidos, atizado éste por ideólogos y oportunistas que agravan los conflictos”.
“Como base de una situación penosa de fractura social se encuentra la decadencia cultural de un pueblo en el que vastos sectores carecen de educación y de trabajo, quiero decir: de educación integral que no sólo instruya sino que forme a la persona y de trabajo genuino que dignifique a quien lo ejerce y lo incorpore al servicio de la comunidad”, opinó.
El arzobispo precisó que “decadencia cultural significa desquicio de la familia, disminución y aun pérdida del sentido moral, olvido de Dios y de sus mandamientos, que son mojones de la civilización”.
“Los brotes de violencia de los últimos días revelan el vacío de la verdad y de amor en una cultura degradada, en la que -como observa el Papa- la fe ya no es un presupuesto de la vida común”, alertó. Aguer concluyó entonces que “resulta pertinente, por lo tanto, relacionar esta situación que nos preocupa y aflige con la alteración o el eclipse del verdadero significado de la Navidad”.
“La fe cristiana puede ofrecer un fundamento nuevo a la vida social, al modo de una recreación cultural, en la medida en que sea efectivamente, coherentemente vivida por los fieles”, acotó.