El papa Francisco presidió en la Basílica de San Pedro la Pasión de Cristo, la primera de su pontificado, que comenzó orando durante varios minutos tendido en el suelo.
Miles de personas, entre ellas el Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, asistieron en el templo vaticano al rito del Viernes Santo, único día del año que no se oficia misa.
Tras la lectura de la Pasión de Cristo, el predicador de la Casa Pontificia, el franciscano capuchino Raniero Cantalamessa, pronunció la homilía.
La Liturgia del Viernes Santo es la única del año en la que no hay consagración, pero sí comunión.
Una cruz cubierta con una tela roja, colocada en el altar mayor de la Basílica de San Pedro, presidió la solemne ceremonia.
La Pasión de Cristo fue cantada por tres diáconos, con la ayuda del Coro de la Capilla Sixtina. El sillón del papa está colocado frente a la imagen de San Pedro, a pocos metros del Altar Mayor.
El Papa fue ayudado por los cardenales Kurt Koch y Giovanni Lajolo. El templo estuvo apenas iluminado, para simbolizar el clima de penitencia de la celebración.