En ocasión del octavo aniversario de la muerte de Karol Wojtyla, Su Santidad se trasladó hasta la capilla de San Sebastián de la Basílica de San Pedro como una muestra de “continuidad espiritual”.
Francisco acudió a la tumba del beato Juan Pablo II, fallecido el 2 de abril de 2005, acompañado por el cardenal Angelo Comastri, arcipreste de la basílica vaticana y su secretario, Alfred Xuareb.
El Papa rezó arrodillado en silencio frente a la tumba del carismático papa polaco, en la capilla de San Sebastián, en el lateral de la basílica, donde fue trasladado para permitir un mayor flujo de visitantes.
La víspera, el Papa había visitado la tumba de San Pedro, en la necrópolis localizada bajo la cripta vaticana, donde también oró y se conmovió.
Francisco recorrió en esa ocasión las Grutas Vaticanas y las tumbas de los papas del siglo pasado que han sido enterrados en ese lugar, entre ellos Juan Pablo I, Pablo VI, Pío XII, Pío XI y Benedicto XV.
Juan Pablo II había sido enterrado inicialmente en esas grutas, pero sus restos fueron trasladados sucesivamente tal como ocurrió con Juan XXIII.
“Con esta visita el Papa manifiesta su profunda continuidad espiritual con el ministerio papal, que el pontífice vive intensamente, como lo ha demostrado durante sus reuniones y diferentes llamadas telefónicas con su predecesor Benedicto XVI”, subrayó el Vaticano en un comunicado.