El portavoz de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, Elizardo Sánchez Santa Cruz, comienza en España una gira para denunciar «la peor situación de derechos civiles y políticos» de la región(Galería de fotos)
Son un referente internacional sus informes mensuales sobre las ominosas cifras en derechos humanos de la dictadura castrista: entre 90 y 100 presos políticos, una población penal vejada de más de 60.000 personas en una isla de once millones.
Después de una docena de intentos en once años para salir de su país, el portavoz de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (Ccdhrn) tiene previsto llegar este lunes a España. Aquí comienza una gira por Europa y América con una agenda marcada por los derechos humanos, con casos concretos como la disidente presa Sonia Garro. Días antes de reunirse con expertos en esa materia en Ginebra y con personalidades europeas ya sin cargo oficial, Elizardo Sánchez conversó por teléfono con ABC.
—¿Cuál es el análisis sobre la situación de los derechos humanos en Cuba que presentará en este viaje?
—Lamentablemente tengo que describir una situación muy desfavorable, que es la que persiste en materia de derechos fundamentales, sin que se vislumbre una situación mejor a corto plazo.
—¿La ajustada victoria de Nicolás Maduro en Venezuela puede acelerar las reformas en la isla, que sobrevive con su petróleo y sus dólares?
—Lo que suceda en Venezuela va a influir en Cuba de manera inevitable. Hasta ahora la influencia del chavismo ha sido negativa en el campo de los derechos humanos. Ese tema no estaba en la agenda del anterior gobierno ni lo está en la del actual. Durante años han financiado al régimen totalitario.
—¿El fin del chavismo será el fin del castrismo?
—España ha pasado por ello: cuando desaparecen los caudillos, desaparecen sus ideologías. Por suerte.
—¿Detrás del Gobierno de Caracas está el de La Habana?
—Sin duda se apoyan el uno al otro, pero hay diferencias. Cuba presenta la peor situación de derechos civiles y políticos de toda Iberoamérica. Venezuela, pese a sus muchos problemas y abusos, aún sigue siendo una sociedad abierta, donde hasta ahora hay elecciones y permiten alguna libertad de prensa.
-¿La reforma migratoria, los tímidos cambios económicos… son signos de que algo se mueve en su país?
—En Cuba no ha tenido lugar ninguna reforma, ni migratoria ni mucho menos económica. Son solo cambios muy limitados, tardíos y de poco calado, cuya finalidad ha sido emitir falsas señales de cambio para engañar a la comunidad internacional.
—Pero desde que la nueva política migratoria entró en vigor en enero han podido salir de la isla una veintena de opositores.
—Podría considerarse una reforma si se permitiera viajar a todos los cubanos sin restricciones y el regreso de todos los que están en el exterior, lo que para nada está en la mente del Gobierno.
—¿Qué le pareció el recorrido por cárceles cubanas al que llevaron hace poco a medios de comunicación?
—Otra de las tantas maniobras diversionistas, el régimen ha demostrado durante 54 años que es un experto. Eran centros escogidos que para nada representan la situación inaceptable que reina en las más de 200 cárceles y campos de prisioneros, donde priman condiciones crueles, inhumanas y degradantes.
—¿Es partidario del diálogo con la dictadura sobre una transición hacia la democracia?
—Ese tipo de diálogo no va a dar grandes resultados porque durante décadas el régimen ha engañado a sus interlocutores, no importa si eran de izquierda o de derecha. Pero la Comisión no está en desacuerdo con que se abran canales de contacto diplomático.
—¿Y con la oposición?
—Es impensable, el Gobierno de los hermanos Castro considera que los que disentimos o respondemos ante los abusos somos no personas y como tales nos trata, al mismo tiempo que nos acusa de manera infamante de estar a sueldo de Washington.
—¿Y no es cierto?
—No
—¿Qué responde a las acusaciones de que usted es un agente doble?
—Forma parte de las infamias del régimen. Se debe a que en 1997 traté de acercarme al Gobierno después de un viaje a Europa, donde existía el criterio de que había que tratar de hablar con La Habana. Fidel Castro ocultó sus verdaderas intenciones.El régimen mordió mi mano montando calumnias, como le hicieron a Havel, a las que no puedo responder porque es el dueño de los medios. Pero antes de sentarme a conversar para mejorar la situación de los derechos humanos con responsables del Gobierno —que escogió a altos oficiales de la policía secreta—, se lo comuniqué a cinco potencias a través de sus embajadas y las mantuve informadas. No obtuve ningún resultado, salvo una campaña de descrédito que Fidel Castro llevó adelante personalmente incluso con un libro.
—¿Qué le pide al Gobierno español?
Esperamos que mantenga una posición de apoyo humano, moral y político en cuanto a los derechos fundamentales. Pero nos damos cuenta de que España, como otros países del continente, preferirían actuar en el contexto de la Unión Europea, algo que comprendo.
—¿Tiene esperanzas en el nuevo primer vicepresidente, Miguel Díaz-Canel?
—Prácticamente ninguna. El régimen castrista está intacto. Su nombramiento ha sido un cambio insignificante en la composición del modelo totalitario. Los dos hermanos (Fidel y Raúl Castro) no quieren hacer ninguna verdadera reforma. Su posibilidad de influir a favor de las reformas es mínima, aparte de que su perfil no es el de un reformista sino todo lo contrario.