El histórico Partido Colorado de Paraguay volvió a dar hoy una muestra del poderío de su estructura y de su recuperación tras cinco años en el llano, al llevar al empresario Horacio Cartes a convertirse, desde agosto, en el presidente número 49 del país, que cierra así la compleja situación institucional que se generó tras la destitución de Fernando Lugo.
Multimillonario, dueño de una veintena de empresas y recién llegado a la política, Cartes logró una victoria bastante más cómoda de lo que vaticinaban las encuestas sobre el liberal Efraín Alegre, en una jornada que se llevó a cabo con absoluta normalidad.
El resultado, que ratificó las cifras de sondeos que se fueron conociendo desde la mañana, refuerza también la vigencia del bipartidismo en Paraguay, si se tiene en cuenta que entre la Asociación Nacional Republicana (ANR, nombre oficial del coloradismo) y el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) sumaron alrededor del 85 por ciento de los sufragios.
Escrutado el 70 por ciento de las mesas, los cómputos oficiales que da el sistema TREP (Transferencia de Resultados Electorales Preliminares) mostraban a Cartes con un 45,74 por ciento de los sufragios, a Alegre con el 36,98 y a Mario Ferreiro, de la coalición centroizquierdista Avaza País, lejos, con el 5,55 por ciento.
Con este triunfo, los colorados vuelven al Palacio de López, que únicamente desocuparon en el 2008, cuando los desalojó del poder el exobispo Fernando Lugo, cuyo mandato terminará en agosto el ahora presidente Federico Franco.
En el llano, los colorados se dividieron, atravesaron duras internas y finalmente se alinearon detrás de Cartes, que se afilió al partido recién en el 2009 y en el 2010 logró la modificación del estatuto interno para poder encabezar la fórmula.
Bastante antes de que se conocieran los primeros cómputos oficiales, las encuestas a “boca de urna” -en realidad, prohibidas- y el “pulso” de la calle vaticinaban el triunfo de Cartes, lo que dio paso a tempraneros festejos de sus seguidores, que detonaron petardos e iniciaron pequeñas caravanas de autos cubiertos de rojo.
Después, los primeros cómputos y la importante ventaja sacaron a la calle a los más cautelosos, que se llegaron hasta el frente de la sede de Honor Colorado -la línea interna del mandatario electo-, frente al Sheraton Hotel, con banderas paraguayas y partidarias, y bailaron al ritmo de polcas y guaranias. Otro tanto pasaba en la sede central de la ANR, en el centro asunceño.
Mientras, Cartes apareció por radio Ñandutí, y aunque pidió “esperar que se confirmen oficialmente” las cifras que manejaba, habló como presidente electo al insistir con que “si al final del mandato existe el mismo número de pobres que ahora, será un fracaso”, un concepto que ya había lanzado en su cierre de campaña.
El ganador de la jornada destacó también el “cambio radical que se vio en los jóvenes”, desde el escepticismo inicial que dijo haber visto, a una fuerte participación posterior.
El concepto sonó a caricia para una franja que, por la distancia, se volvió mayoritariamente hacia los colorados: casi la mitad del padrón estaba comprendida entre los 18 y los 39 años. Muchos no vivieron la dictadura de Alfredo Stroessner y otros parecen haber creído la promesa de creación de empleo de Cartes.
Los primeros números ubicaban, detrás de Cartes, Alegre y Ferreiro, a Patria Querida, que candidateó al senador Miguel Carrizosa; y al Frente Guasú, que propuso al médico Aníbal Carrillo, peleando el cuarto lugar. Igualmente, Lugo ya aparecía con su banca en el Senado asegurada.
Sumados Avanza País y el Frente Guasú -que iban a ir juntos y se escindieron meses antes de los comicios- reunían casi un 10 por ciento, lo que permitiría a la centroizquierda convertirse en la tercera fuerza y quizás hasta jugar un rol clave en el Congreso.
El menú de candidatos se completó con Lilian Soto, por el movimiento feminista de izquierda Kuña Pyrendá; Roberto Ferreira Franco, por el Partido Humanista; Eduardo Arce, por el Partido de los Trabajadores; Ricardo Almada, por el Partido Blanco, y Anastasio Galeano, por Patria Libre. Ninguno superaba el 1 por ciento.
De la compulsa de hoy, la sexta presidencial desde la caída de Stroessner, en 1989, participó más de un 60 por ciento del padrón, un número que estuvo por encima de todas las estimaciones. En las elecciones que ganó Lugo, hace cinco años, hubo un 65,41 por ciento de votantes.