Nuevas manifestaciones de protesta fueron convocadas para en varios puntos de Brasil, donde cientos de miles de personas salieron ayer a las calles en 107 ciudades, mientras la policía del estado Minas Gerais anunció “tolerancia cero ante las protestas” y estudiantes de Río de Janeiro denunciaron violencia policial.
Belo Horizonte, la capital de Minas Gerais, amaneció virtualmente ocupada por las fuerzas de seguridad luego de que ayer marcharan por sus calles unas 65.000 personas y quedaran al menos 32 heridas tras violentos choques entre manifestantes y efectivos de la policía militarizada.
“Se acabo el accionar reactivo ante las protestas que la policía había tenido hasta ahora; ahora vamos a adoptar la tolerancia cero ante las protestas”, advirtió el teniente coronel Luiz Alberto, de la policía de Minas Gerais, informó la agencia de noticias ANSA.
En Río de Janeiro, un grupo de jóvenes continuaba esta mañana acampando frente a la residencia del gobernador del estado homónimo, Sérgio Cabral, donde pasaron las dos últimas noches en protesta por el gasto público para la organización del mundial de fútbol de 2014 y la represión policial a las manifestaciones de los últimos días.
La estudiante Gabriela Machado, de la Universidad Federal de Río de Janeiro, denunció que “el batallón de choque de la
policía, con sus escudos blindados, tiró bombas contra personas sentadas en bares o que volvían a sus casas”.
Su colega Víctor Vidigal aseguró que policías “atacaron a la población en general, indiscriminadamente”.
En tanto, la cadena Globo afirmó que ciudadanos publicaron en internet “imágenes en el barrio (carioca) Lapa donde se ve a un policía corriendo a personas que estaban en un bar y tirando spray pimienta, y lanzando bombas de gas contra personas que esperaban el subte”.
Mientras tanto, otros grupos de ciudadanos convocaron para esta tarde, en la playa carioca Copacabana, a un acto de protesta denominado “Día del basta”, y la prensa local reportó que habría manifestaciones al menos en Florianópolis y Blumenau.
Por otra parte, en San Pablo -ciudad donde hace dos semanas se registraron las primeras protestas, en principio solamente
contra el aumento de las tarifas del transporte público de pasajeros-, unas 300 personas se manifestaron esta mañana contra la privatización de un parque.
Las protestas callejeras iniciadas hace dos semanas en San Pablo fueron extendiéndose con el correr de los días a todo el país y sumando reivindicaciones, tales como los reclamos de mejor calidad en los servicios públicos y mayor presupuesto para la salud y la educación públicas, así como rechazo a la corrupción y al gasto gubernamental para el mundial de fútbol.
La jornada de mayor tensión fue la del jueves pasado, cuando casi dos millones de personas salieron a las calles de 438 ciudades del país, según un informe de la Confederación Nacional de Municipios (CNM) divulgado por la agencia noticiosa estatal ABR, y se registraron dos muertos, más de 100 heridos y cuantiosos daños.
Esa noche, un joven de 18 años murió atropellado intencionalmente por un automovilista particular, en el interior del estado San Pablo, y una mujer de 54 quedó internada por haber inhalado gran cantidad de gas lacrimógeno en Belén, capital del estado Pará, y falleció al día siguiente.
En la noche del viernes, la presidenta Dilma Rousseff, en un mensaje al país, respaldó el derecho de los manifestantes a expresarse pacíficamente, advirtió que no tolerará la violencia y convocó a un “gran pacto” en torno de un nuevo plan para el transporte público, la asignación de todas las regalías petroleras a la educación y la contratación de médicos extranjeros para
ampliar la atención de la salud pública.
Sin embargo, cientos de miles de brasileños volvieron a salir a las calles ayer sábado en 107 ciudades, desde Boa Vista, capital del estado amazónico Roraima, hasta la sureña Uruguayana, donde manifestantes bloquearon el puente internacional que vincula a Brasil con la Argentina.
Además de los de Belo Horizonte, también se registraron serios disturbios en Salvador, la capital de Bahía, donde unas 30.000 personas participaron de las demostraciones y algunos grupos chocaron con policías en las cercanías del estadio Arena Fonte Nova, mientras jugaban los seleccionados de Brasil e Italia por la Copa Confederaciones de fútbol.