Venezuela se convirtió en sinónimo de Hugo Chávez mientras fue mandatario. Y ahora también. El país vive aferrado a su líder, a pesar de haber fallecido hace más de seis meses. Su sucesor, Nicolás Maduro, no tiene ni su fuerza ni personalidad. Por eso, la gente descree de él y no le garantiza demasiada vida política(FOTOS)
De principio a fin, Caracas presenta pintadas nacionalistas repartidas entre los colores patrios, Chávez y Maduro. Están en todos lados, en túneles, paredes, calles, estructuras y, por supuesto, afiches propagandísticos.
La ciudad es un gran nudo. Las calles generalmente no concuerdan con un sentido paralelo y perpendicular, sino que reflejan una improvisación en su construcción. Cierta vez, nos dijeron: “Los argentinos se ubican muy rápido. Muchas veces, hasta nos dan indicaciones a nosotros”.
El caraqueño es muy pasivo. Esto se ve en cada orden de su vida. Les falta la fuerza y entusiasmo de quien va detrás de su sueño. Y son estructurados. El orden de los factores no altera el producto, pero para ellos sí.
El clima es tropical. En verano o invierno, la temperatura deambula por los 30 grados. Incluso a las noches, aunque una sola vez no encontró un poco más fresca. En consecuencia, la comida es frutal. Se ingiere piña, melón y sandía. También jugo. Mientras las comidas principales son fritas, o consumen la arepa, un sánguche con pan de maíz, y la cachapa, del mismo origen.
El Premundial de básquet, donde Argentina logró el objetivo de clasificar y terminó en la tercera posición, duró para los caraqueños mientras Venezuela estuvo en cancha. Quedó a un paso de la hazaña, pero nuestra Selección Nacional los privó de la chance. La gente dejó de concurrir al Poliedro que se hizo aún más imponente ante el escaso público.
De todas formas, es imposible alejarse del “Fenómeno Chávez”. Sigue mandando desde otro lugar. El ciudadano le sigue dando poder, continúa recordándolo. Es difícil expresarlo con precisión, pero dentro de casi todos los venezolanos, sigue pintada la frase “Chávez vive”.