Confieso que hoy, despues de mucho tiempo, senti miedo. Es la peor sensación que puede tener alguien que trabaja todos los días recorriendo las calles para contar lo que pasa en una gran ciudad como Mar del Plata.

El espanto de estar en medio de una situación sin saber cual será el final. Una de la tarde. Un pibe de 22 años que para con su auto en el semáforo de Polonia y Vértiz. Espera que el rojo de paso al verde. Otro jóven en una moto de alta cilindrada, a la vista de todos, se pone a la par y descarga su pistola 45 a quemarropa y escapa. Tres disparos al menos le dan muerte al conductor del auto.

En un par de segundos un mediodía tranquilo se transforma en un infierno. Patrulleros, curiosos, ambulancia y nosotros, los periodistas. Para contar lo que pasa.

Ajuste de cuentas. Es la versión que comienza a circular. Y a partir de allí, de a dos, en grupos,corriendo, en motos, decenas de pibes y chicas que llegan gritando, llorando, puteando, tratando de saber quien fue.

Y ese dolor desgarrante que por momentos se transforma en furia, no importa contra quien.

Contra cualquiera que tenga uniforme, contra cualquiera que quiera mostrar el desastre. Y empiezan las amenazas, los piedrazos, el “no filmes!!”. Y las balas de goma, y la gente corriendo.

Y vos te encontras ahi, tratando de contar por radio lo que ves. Y tener que bajar la cabeza ante la amenaza de un pibe que puede ser tu hijo y que solo con la mirada y caminando hacia vos te hace sentir que tenes que callarte la boca.
 
Y el ruido de piedrazos, postas de goma, motos acelerando y gritos. Y la sensación de que en algun momento alguien, de cualquier lado, puede sacar un arma y disparar.
 
Te juro que cuando volves a tu casa, recien te empezas a dar cuenta de la gravedad de lo que nos pasa.

Cuando estaba terminando mi relato, un grupo de pibes que seguro no tenia nada que ver con el hecho, tiro una piedra del tamaño de una bocha contra la policia y le pegó a la camioneta de una familia que pasaba circunstancialmente por ahi.
 
No me puedo borrar la cara de la mujer que vio como por milagro la piedra pegó a centímetros del parabrisas. De haber acertado, hubiera dado en la cabeza de su hijita que iba sentada en sus rodillas.

Sentí miedo. Ayer hice una nota con una mujer del barrio las Américas porque a su marido de 24 años recibió un balazo en el estómago el sábado de manos de un pibe que anda con otros a los tiros por la calle.
 
Y antes de ayer, el peluquero de Colón y 182 que en un asalto recibió un balazo que le atravesó la ceja.

Y podría seguir enumerando casos de los últimos días, aun con los refuerzos de Policía y Prefectura en las calles. Y con las cámaras de seguridad. Y me acordé de los spots publicitarios de todos los candidatos que nos prometen que después del 27 de octubre esto va a cambiar.
 
Y también me acordé de los que están desde hace años y han hecho muy poco. Y de aquellos que le encuentran justificativo a todo diciendo que son operativos de prensa.

Y sigo con miedo. Porque si esto fué un ajuste de cuentas no va a quedar así.

Y porque no me dicen cuando van a empezar a trabajar en serio en materia de seguridad y justicia.
 
Despues del lunes 28? Despues del 10 de diciembre? En el 2015?

Como dije alguna vez, mientras tanto, los muertos los sigue poniendo el pueblo. Y no es una sensación, aunque algunos no quieren verlo.