“Esta fiesta del bautismo del Señor, la vinculamos con el envío misionero de un grupo que desde nuestra diócesis va a una de las regiones más necesitadas del país, en distintos sentidos, incluyendo el aspecto de la evangelización. Por tanto, mi bendición como obispo, para todos sus miembros, para el sacerdote que los preside. También en esta santa misa doy la bienvenida a monseñor Lucio Muandula, obispo de Xai Xai, Mozambique, diócesis con la cual desde hace años, la Iglesia marplatense tiene una relación de colaboración misionera. También me acompaña en esta celebración monseñor Ramón Dus, arzobispo de Resistencia, acompañado de formadores del seminario y de seminaristas, para todos mi bienvenida. No hay forma más eficaz de expresar la comunión que nos vincula que con la celebración eucarística, y en ella manifestamos nuestra unidad”, inició diciendo monseñor Marino.

“En este día tenemos que tomar consciencia de nuestro bautismo, en él el Espíritu Santo ha venido a purificarnos de la herencia del pecado y nos une vitalmente a Cristo, hijo de Dios y así somos hijos de un mismo Padre. Entre nosotros circula una misma vida, la del espíritu de Cristo, miembros de la Iglesia, este es el título de mayor dignidad del hombre. Predicar esto es la misión de la Iglesia: Dios nos llama ser sus hijos, pertenecemos a una misma familia; este es el gozo de la Iglesia y debemos anunciarlo. Cuando alguien cree que no es fruto de la casualidad, sino que Dios lo considera su hijo, lo ama, esta persona cambia” destacó el obispo.

Finalmente el prelado concluyó, “renovemos entonces la conciencia de nuestra dignidad, también la de nuestra visión. Por el sacramento del Bautismo todos quedamos comprometidos en la tarea misionera de la Iglesia en el anuncio mediante nuestra conducta y nuestras palabras por el cual somos en el mundo la fragancia de Cristo, atrayendo. Cuando esto se vive con plena convicción, nuestras vidas se convierten en un anuncio”.

Evangelizar más allá de las fronteras de la diócesis

Desde el 15 de enero, y hasta los primeros días de febrero, el grupo misionero, estará en la diócesis de Añatuya, en la localidad de Monte Quemado, al norte de Santiago del Estero, en el límite con el Chaco y Salta. “Allí vamos por primera vez, ya hemos ido a Añatuya, a Tintina, cuatro años seguidos. Este año vamos a Monte Quemado, y el sacerdote a cargo, que nos recibirá, nos pidió ser misioneros en el pueblo, esta vez, no iremos tanto a la zona rural, sino a la localidad que si bien es pequeña, tiene dos parroquias”, señaló el Padre Daniel Climente, párroco de Batán y quien acompaña el grupo misionero diocesano.

“Este primer año, es de conocerse con la gente, y nos pidieron llegar a los jóvenes del lugar, con actividades especiales para ellos. En las misiones lo más importante es la visita casa por casa, y allí se da el espacio para el diálogo, el encuentro, la oración. También en esos días de misión se hacen convocatorias a los jóvenes, a las familias, con la misa diaria, pero también con películas, una charla, o alguna otra actividad que el sacerdote nos pide que hagamos para convocara a la gente y llevar el mensaje de Jesús, en esta oportunidad en el encuentro, la comunidad”, agregó Climente.

El sacerdote, haciendo referencia a la preparación, expresó “nos hemos ido reuniendo durante todo el año, preparándonos con la formación misionera, espiritual”. “El grupo está formado por varias personas, somos más de veinte pero no vamos todos a Monte Quemado, los que no viajan sostienen a los misioneros que sí, con su oración y esa es la otra parte importante de esta misión”, concluyó.