“Estoy viajando hace un año y en verdad pensaba regresar a Argentina, pero estando en Ecuador me decidí a realizar el documental. Lo hago para aprender, para conocer no solo sobre la situación del periodismo en esos países, sino porque admiro a esos comunicadores que ponen el cuerpo para cumplir con su tarea de informar”, contó Diego

Además, explicó que “la idea de hacer este documental salió de un informe de Reporteros Sin Fronteras publicado en septiembre de 2014, donde se señala a México y Colombia como los países latinoamericanos más ‘mortíferos’ para ejercer el periodismo”.

El trabajo va a ser totalmente independiente: serán Diego y su cámara, junto a los entrevistados dando su testimonio. “No tengo ningún apoyo institucional ni económico, así que voy trabajando de lo que surja para poder seguir avanzando con el documental”.

“Para juntar dinero para arrancar, hice de todo. Fui albañil, vendedor ambulante, artista callejero y trabajé en restaurantes. Por supuesto que eso no alcanza. Cuando salga de Colombia iré a Panamá a trabajar, y pienso comprar una bicicleta para llegar pedaleando a México”, aventuró.

La idea del documental es entrevistar a organizaciones por la libertad de expresión y periodistas que sufran o hayan sufrido persecución por su trabajo, para poder dar una idea de cómo se ejerce la profesión en esos países donde el número de periodistas asesinados da cuenta de una realidad: hay sectores de poder que intimidan o matan a los comunicadores que investiguen o informen sobre temas sensibles.

“Hago este documental para aprender, para conocer no solo sobre la situación del periodismo en esos países, sino porque admiro a esos comunicadores que ponen el cuerpo para cumplir con su tarea de informar. De alguna manera, es una forma de juntar dos de las cosas que más me gusta hacer: viajar y hacer periodismo”, reflexionó.

Además, contó que le han pedido garantías para concretar una entrevista, o dado recomendaciones que van desde usar chaleco antibalas hasta buscar alguna arista menos sensible o conflictiva.

“Lo más complicado es contactar a los periodistas, que confíen y se comprometan a brindar su testimonio. Hay mucho miedo y en algunos casos, cierto desinterés por el documental, y es algo lógico. Un trabajo así no va a cambiarles la vida ni hacerlos sentirse más seguros, pero creo que cualquier difusión de la situación de violencia, por mínima que sea, es una pequeña contribución para cambiar la realidad”, finalizó.

Pueden encontrarse todos los avances del documental en el enlace web del proyecto: www.facebook.com/periodismobajopresion