Lo acordaron los referentes de las tres centrales, Hugo Moyano, Antonio Caló y Luis Barrionuevo, durante una reunión que compartieron -por primera vez desde 2008- dirigentes representativos de todos los sectores internos del sindicalismo peronista.
Además de la marcha al Congreso, los gremialistas se propusieron recolectar hasta entonces un millón de firmas en respaldo de sus demandas y llevarlas a los legisladores al término de esa movilización.
Desde ayer, el sindicalismo peronista pasó a ser un factor de preocupación para el Gobierno. La sola foto de unidad y acuerdo entre todos los sectores ya constituía un motivo de inquietud, en momentos en que los funcionarios intentan encarrilar las negociaciones paritarias con aumentos salariales por debajo del 30%, al menos mediante acuerdos semestrales. Sin embargo, el tono belicoso del encuentro tuvo como principal vértice el incumplimiento de la promesa de Mauricio Macri de producir una rebaja sustancial del peso de Ganancias desde este año. En cambio, modificó sólo el mínimo no imponible, pero terminó por incorporar a más contribuyentes al pago.
Para sorpresa de los presentes, Barrionuevo fue uno de los más insistentes en la necesidad de montar una acción de protesta. En la misma línea estuvo el jefe de la Asociación Bancaria, Sergio Palazzo, que les reclamó a sus pares poner una fecha para la movilización. El 1 de marzo, en sintonía con la Asamblea Legislativa, Palazzo encabezó una marcha del gremio para rechazar 47 despidos en el sector, que fue reprimida por personal policial. La única intervención decidida a favor del Gobierno fue de Gerónimo Venegas (rurales, Uatre), que pidió darle tiempo a la actual gestión.
Lo central, de todos modos, fue remarcar el inicio de lo que en la jerga sindical se denomina "unidad en acción", es decir, la coordinación de medidas de protesta cuando hasta hace pocas semanas primaban la paciencia y la comprensión hacia el Gobierno de parte del grueso de la dirigencia.
La reunión duró dos horas y se desarrolló en la sede de la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN). Además de los tres jefes de CGT estuvieron el dueño de casa, Andrés Rodríguez, y el líder de Obras Sanitarias, José Luis Lingeri, ambos referentes del grupo de "independientes" que completa Gerardo Martínez (albañiles, Uocra), quien se encontraba en Ginebra pero envió a su número dos, Rubén Pronotti. Por los "gordos" de los grandes gremios de servicios estaba Carlos West Ocampo (Sanidad). Su colega de Comercio, Armando Cavalieri, se bajó a último momento y cuando estaba a dos cuadras de la cita, al parecer molesto por el tránsito en la zona.
También hubo representantes de la Confederación de Trabajadores del Transporte (CATT), un sello que se hizo clave en los últimos tiempos por tener por sí solo la capacidad de asegurar la contundencia de un paro nacional. Fueron su secretario general, el portuario Juan Carlos Schmid, y el ferroviario Omar Maturano (La Fraternidad). Pero la novedad, tal como anticipó ayer este diario, fue la inclusión en las deliberaciones de dirigentes del Movimiento de Acción Sindical Argentino (MASA), un espacio que coordina el taxista Omar Viviani y que era el único que no se había allanado a tendencia por la reunificación.
Viviani, que además es el activista principal en el sindicalismo del bloque Justicialista (que se abrió del Frente para la Victoria) se mantuvo al margen, pero envió a Sergio Sasia (Unión Ferroviaria), Guillermo Moser (Luz y Fuerza) y Norberto Di Próspero (personal legislativo).