El grupo tecnológico estadounidense Uber, creador de una aplicación para el móvil que amenaza el negocio tradicional del taxi, vuelve a ser objeto de fuertes protestas en Europa.
Tres mil taxistas franceses han protagonizado una sonora movilización en contra de la compañía que ha provocado el colapso de varias ciudades, incluida París.
El negocio de Uber es muy simple: se centra en poner en contacto a usuarios que necesitan un coche con conductores que poseen un vehículo. Esta actividad se encuentra en el limbo de la legalidad en muchos mercados europeos y ha sido prohibido en varios países, incluido España.
El conductor que presta el servicio no está sometido al mismo tipo de controles ni paga los mismos impuestos que el resto de los conductores profesionales, según denuncian los colectivos de taxistas, que definen a Uber como "competencia salvaje".
La férrea oposición de los taxistas provocó el jueves una jornada de caos en Francia, con neumáticos quemados y con varias detenciones, incluidos tres conductores de los que, según informa Efe, se sospecha que agredieron a un cliente de UberPop, la filial con la que Uber opera en Francia.
El ministro francés del Interior, Bernard Cazeneuve, anunció que ha impulsado un proceso judicial ante el fiscal de la República contra ese servicio por "delito de organización de actividades ilícitas para el transporte de personas".
Esta situación de fuertes protestas en Europa no parece estar afectando al negocio de Uber, ni a sus planes de financiación. La compañía espera captar estos días alrededor de 4.000 millones de dólares, que se unirían a los 5.900 millones de dólares que ha conseguido desde su fundación en 2010.
Se trata de cifra récord para una compañía tecnológica antes de empezar a cotizar en Bolsa. La valoración de Uber se sitúa ya en unos 50.000 millones de dólares.